Juan Barros Sierra nació en Uribia pero lleva a Manaure en su corazón. Esa fue una de las motivaciones para escribir el libro ‘Los pecados de la Sal’, el cual será presentado hoy a las 3:00 p.m. en el salón Sierra Nevada del Centro Cultural en Riohacha.
El libro recoge la historia de Manaure alrededor de la explotación de su producto mineral –la sal–. Su autor plantea cómo el Gobierno nacional manejó engañosamente desde Bogotá el proceso de ese mineral.
Durante tres años, Juan Barros en una labor callada y con sacrificio, empezó a recolectar información sobre el proceso de explotación y logró documentarlo en un libro de 100 páginas, editado por el Fondo Mixto para la Promoción de la Cultura y las Artes de La Guajira.
Elimenes Brugés, en el prólogo del libro, afirma que “su contenido es el resultado de un buen trabajo de campo, donde logra demostrar como desde un escritorio capitalino se tomaban decisiones empresariales en contra del desarrollo de la región que no obedecían a un estudio serio de factibilidad, sino a grupos de presión de otras regiones o a intereses politiqueros nacionales”.
Juan, como cariñosamente lo llaman, da cuenta en el libro del proceso de fabricación de la sal a partir de la energía solar y la eólica, de las cuales goza Manaure, pero además, tiene unas condiciones especiales para la formación de la sal marina determinadas por el nivel de altura de las sabanas o planadas adyacentes a la orilla del mar, cuya cota está por debajo del nivel.
“Estas condiciones geográficas permitían que al subir la marea, el oleaje superara la barrera natural e inundara las planadas adyacentes. Al retornar la normalidad en la marea, las aguas desbordadas no podían regresar al mar por la diferencia de nivel, como consecuencia se formaron la ciénagas de Musichi o San Agustín y la de Pulumana, que son relevantes por constituirse en refugio de importantes especies de aves residentes o migratorias, gracias a sus aguas estuarianas, compuestas por las corrientes de los arroyos Limón y Musichi y el agua del mar, vertidas por las altas mareas que llevan consigo toda suerte de seres de vida submarina: camarones, ostras, jaibas, cangrejos y alevines de varias clases de peces, como el lebranche, el macabí y otros”, indican los apartes del libro.
Para Juan, ‘Los pecados de la sal’ se convierte en un libro de consulta obligado para los estudiantes universitarios, para que conozcan en detalle cómo se inició el proceso de explotación, hasta el acuerdo de 1991 que establece la Constitución de la sociedad Salinas Marítimas de Manaure –Sama Ltda–, donde la comunidad wayuú es reconocida como socia con un 51 por ciento de las acciones, y la obligación de contratar un operador privado, en este caso Big Group.
“Es una situación un tanto conflictiva y los conflictos están dándose básicamente entre la comunidad indígena y el operador privado, con ligeras protestas generadas por cuestiones laborales en donde han participado también los trabajadores, pero pienso que la situación que genera toda esa inconformidad se da porque las cosas no se socializan, el contrato de la operación privada, firmado entre Big Group y el Estado colombiano no lo conocieron en Manaure, sino los dirigentes representantes de los indígenas, el alcalde y los señores de la empresa”, explicó Juan Barros.
Juan siente orgullo de su libro, porque es producto de su esfuerzo y dedicación, pero además, es la muestra del respeto y amor a un municipio.
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