Es un homenaje a la vida, en donde su compositor nos invita a festejar, el solo hecho de existir, es un llamado a ser libres de todos aquellos distractores que nos roban la paz, el amor y la buena energía, y que algunas veces, nos aprisionan de tal forma, que no nos permiten disfrutar de aquellas verdaderas cosas que son un regalo del creador.
Es un canto a la esperanza, al renacer del día a día, es la oportunidad de ofrecer lo mejor de nosotros a la humanidad entera y de todas aquellas cosas que la ceguera del pesimismo no nos permite valorar objetivamente.
Es un guaguancó interpretado por la extraordinaria voz de Thita Arjona, que nos evoca a la inolvidable y siempre alegre Celia Cruz, por su estilo fuerte y cargado de sabor, con unos agudos muy propios de su voz de soprano que la distinguen.