El sábado anterior se desenredó la situación del expresidente Álvaro Uribe, quien recobró su libertad luego de varias maniobras de trapecista de circo: renunció a la curul, a pesar de que dijo que no lo haría, para evadir a la Corte y encontrar en la Fiscalía un mejor tratamiento, como ha sucedido con el fiscal Gabriel Jaimes; luego la jueza regresó su caso a la Corte para dirimir qué ley lo cobijaba y por fin se dio lo que gran parte del país esperaba. Hay que tener en cuenta que el caso apenas comienza, aunque como dicen por ahí, con el desayuno se sabe cómo viene el almuerzo, seguro no pasará nada y pagará por los platos rotos será, como siempre, uno de sus colaboradores, en este caso el abogado Cadena. Todo un novelón que nos demuestra que para Uribe no parece haber ley y que sigue siendo el hombre más poderoso de la política colombiana. Pero más allá de que Uribe ya pueda abandonar su finca, el gran interrogante es ¿cómo va a incidir en el mediano plazo? Seguro no va a retirarse de la política y ahora, llegará a pasar algunas cuentas de cobro con más ímpetu y a tratar de consolidar un modelo más extremista que el del gobierno Duque, que tiene prácticamente tomado todos los poderes (Fiscalía, Procuraduría, Defensoría del Pueblo, gran parte de la justicia, etc.) una dictadura light que no le alcanza a los fanáticos del Centro Democrático y que harán hasta lo imposible en 2022 para que no se presenten procesos de cambio político y social, con las mismas excusa de siempre, tratar de frenar el socialismo que nos dejará peor que Venezuela, la volada de Santrich, el robo del plebiscito, el retorno de la guerrilla etc., y con un aliado que, si gana, ojalá no, puede ser muy peligroso para nuestro país, Donald Trump, el nuevo mejor amigo de Álvaro Uribe, alianza que puede sumir a Colombia en un punto de no regreso en temas de violencia y racismo, en una sociedad desigual y polarizada que exige garantías en derechos humanos e inversión en los sectores más necesitados que este gobierno no atiende y que con la pandemia se van a agudizar, generando más división y caos a través de la protesta social, justificada por las masacres, asesinato de líderes sociales, pobreza, desempleo, brutalidad de las fuerzas armadas y el constante ataque al proceso de paz, además de muchos otros temas que se le salieron de las manos al presidente Duque, sobre todo en obras de gran impacto que generen desarrollo.
El Uribismo 2022, se va atrincherar en sus ideas extremas y autoritarias para lograr polarizar más y mantener el poder frente a esa ola que no quiere más guerra y lo que pide son oportunidades, que ya le mostró los ojos con 8 millones de votos y pueden ser más por las hostiles circunstancias que vive el ciudadano de a pie. Para enfrentar esa “amenaza” como la llaman ellos, ya tienen candidatos con un discurso de mano dura y ahí, Uribe será determinante para organizar una baraja, pese a que en las encuestas no marcan, es indudable que hay nombres fuertes y como van las cosas, todo esta direccionado para que el elegido sea Carlos Holmes Trujillo, quien sigue al pie de la letra el libreto de Uribe, será el encargado de canalizar ese miedo que le inculcarán al electorado para lograr sus propósitos, aunque no hayan cumplido las promesas que hicieron en el 2018; seguridad para frenar el terrorismo, acabar con los cultivos de coca, incrementar el empleo y otro rosario decompromisos. Si los sectores alternativos no logran consolidar un ideario conjunto de centro izquierda moderado que le haga entender a la gente la necesidad de un cambio con una política de igualdad e inversión social, de nuevo arrasarán y Colombia seguirá el mismo camino transitado en los últimos 50 años.