La Guajira del bicentenario deberá apostarle al mejoramiento de su calidad de vida y a sus niveles de competitividad. Los discursos, la retórica, los programas de gobierno y los pactos colectivos que se hagan con el pueblo deben apuntarle real y efectivamente, a un proyecto de Departamento.
El viejo modelo clientelista y asistencialista debe quedar atrás. Al guajiro lo que hay que darle es trabajo con iniciativas de emprendimiento y capital semilla para que despegue y se vuelva competitivo. El régimen de la mano estirada y la mendicidad empobrece más a los pueblos. No se requieren ciudadanos preguntándole al gobernante, ¿a mí que me van a dar?, sino ciudadanos con iniciativas de emprendimiento y planes de negocios, que aporten al desarrollo y cumplan con sus obligaciones como contribuyente para obras sociales.
En el 2036, La Guajira debe ser un departamento que garantiza el mínimo vital de agua y alimentos para su población. Para lograrlo, debe volver la mirada hacia el campo para la autosuficiencia alimentaria y el desarrollo agroindustrial como una alternativa laboral, digna y decente. Igualmente, debe apostarle a la conservación de los recursos naturales y a su fortaleza en la naturaleza y el ambiente, para la conservación de sus fuentes de agua, la biodiversidad, el recurso hídrico y los suelos. Del mismo modo, posicionar al Departamento como productor de recursos hidrobiológicos marinos y continentales. En ese mismo orden de ideas y atendiendo el discurso del Gobierno nacional, de apostarle a la economía naranja, se debe sofisticar la oferta turística para convertir a La Guajira en un destino turístico de clase mundial, como quiera que se ha identificado el turismo como ruta de competitividad del Departamento.
Así mismo, se debe apuntar al aprovechamiento eficiente y racional de las energías renovables para mejorar la calidad de vida de la población. Hay que implementar la gobernanza y el empoderamiento sobre este importante sector del potencial eólico y solar en La Guajira, hasta lograr un importante valor agregado al desarrollo de la región. Pero para el logro de todas estas iniciativas, la Guajira debe conectarse y cerrar las brechas que nos separan considerablemente de la media nacional en materia de infraestructura tecnológica, portuaria y de vías y transporte para integrarse a la red nacional. La Guajira no puede seguir desconectada de los modelos de desarrollo nacional ni al margen de las políticas públicas que se formulan cada cuatro años al inicio de cada gobierno en el país. Es indudable que nuestro departamento debe pasar de las ideas a la acción en sectores de importancia estratégica, priorizando como ruta de su despegue competitivo, el sector agropecuario y agroindustrial, el medio ambiente, los productos hidrobiológicos y del océano, el turismo, las energías renovables y la logística. No dejando de lado los hidrocarburos costa afuera para explotación de la multimillonaria industria Offshore y las artesanías indígenas tipo exportación.
Pero el Departamento debe convertirse en un generador de conocimientos en estos sectores estratégicos, incrementando la formación de alto nivel en maestrías y doctorados. Además, debe fomentar una cultura de innovación empresarial para mejorar la productividad y competitividad de nuestras empresas que permitan la generación de valor y de ventajas competitivas. Así mismo, apuntarle a la articulación entre las universidades, las empresas y el Estado. En nuestro país, acaba de crearse el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, por lo tanto, nuestro departamento debe mirar desde una perspectiva optimista esta realidad y apostarle con decisión al rigor científico y tecnológico de esta región, para no seguirle apostando a la atomización de los recursos de manera improvisada. El escenario de hoy muestra una Guajira enferma y con pocas posibilidades de vida longeva, un territorio superpoblado y con baja oferta de bienes y servicios públicos y sin poderle garantizar los derechos preferentes a nuestros niños wayuú. Además, con un escenario financiero y fiscal muy precario y pesimista con tendencia a meterse en cintura con ley de saneamiento de pasivos. Un departamento intervenido y con las regalías centralizadas. Frente a lo cual se requiere que el direccionamiento político y estratégico del Departamento hacia el futuro, venga acompañado de un extraordinario plan de gestión estratégica con sentido de gerencia pública. Ya no habrá más cabida para la improvisación sino un orden justo, con planes maestros de desarrollo en sus entidades territoriales y articulación total en los tres niveles del gobierno, para poder cumplir con las medidas cautelares de la Cidh y la Corte Constitucional. Visionar el futuro, nos evitará padecerlo.