Estudios, diagnósticos y recomendaciones abundan para mejorar en el campo educativo tanto a nivel nacional, regional o local. Algunos sacan ventajas de tales procesos, otros hacen caso omiso, es decir, no hacen caso. Pero la pandemia ofrece otra oportunidad. Es un estado de cosas que exige una respuesta y tiene que estar tocando la sensibilidad de quienes, a nivel administrativo, pueden y deberían, asignar los recursos para que el sector educativo funcione de forma óptima.
En este largo período de pandemia el departamento de La Guajira y su distrito capital se encontraban, como se dice popularmente, con los calzones abajo en materia de infraestructura educativa. Esa parte locativa tiene mucho por mejorar. Los espacios de esparcimiento y utilización del tiempo libre para la niñez, adolescencia y juventud, al parecer, no hacen parte del imaginario administrativo. Al interior de las escuelas, las bibliotecas físicas o virtuales, hacen falta.
Los laboratorios para la experimentación y generación de nuevos saberes, deben fortalecerse o crearlos donde se estimen necesarios. Todo pareciera indicar que no se está pensando en las actuales y futuras generaciones y se debe pensar porque la pandemia no es el fin del mundo, aunque por momentos así lo parezca. De esta situación, como sociedad se saldrá adelante. Se debe hacer un alto en el camino y pensar en la reconstrucción de una sociedad que apunte más al ser humano, que esa debe ser la razón de nuestro paso por este mundo terrenal.
En este mismo sentido el nobel de literatura apunta, “Que se aproveche al máximo nuestra creatividad inagotable y se conciba una ética, y tal vez una estética, para nuestro afán desaforado y legítimo de superación personal…, que se integre las ciencias y las artes a la canasta familiar”. Que sean estos los principales fundamentos de la política distrital en educación donde se empiece a darle una batalla frontal al ocio como fuente de todas las calamidades que padece la juventud en el ente territorial. Que las ciencias y las tecnologías, que buscan desarrollar al máximo las competencias de los estudiantes, tienen que ponerse en contexto para resolver problemas y crear nuevas realidades en los entornos de las comunidades ya sea en el área urbana o en el área rural.
Como distrito turístico y cultural en la zona rural crear tres o cuatro grandes centros o laboratorios donde se fortalezca la ciencia, el arte y la cultura ajustados a los usos y costumbres de las comunidades wayuú y afrodescendiente para preservar su historia y sus prácticas ancestrales. Mirar la educación como la dinamizadora de todo el proceso de construcción de la identidad distrital.