Por Leandro Alberto Sampayo Vergara
Los grandes caciques políticos regionales, aquellos que han creído tener el poder local, aquellos que por muchas décadas han ostentado credenciales en cargos de elección popular directamente o en cuerpo ajeno en el Congreso de la República, se ven hoy en día en aprietos ante la gran demanda de nuevos liderazgos locales que han venido evolucionando en los últimos tiempos y que han venido haciendo carrera para poder lograr curules en esta alta corporación.
En esta columna es importante resaltar la gran labor que han adelantado grandes congresistas y que han mostrado tener grandes capacidades y liderazgos para ayudar a tener una mejor sociedad, presentando incluso proyectos de ley en diversas materias y que hoy son ley de la República, y que, gracias a esas normas, tenemos muchas leyes que han servido para proteger derechos y el restablecimiento de la vulneración de los mismos.
Pero en la práctica vemos a algunos parlamentarios que merecen respeto por ostentar esas credenciales, pero solo van a las sesiones para escuchar al Gobierno pero no son propositivos en los distintos debates y son silenciosos ante el debate de control, quizás el más importante ante casos y problemas graves denunciados y más en las regiones que ellos representan, para hablar por ejemplo en el caso de la costa Atlántica si bien las casas políticas tradicionales han venido perpetuándose en el poder, es hora que se sienten a descansar y cuando hablo de sentarse no me refiero a que no tienen derecho de elegir y ser elegidos, pero es hora que en sus grupos abran el debate o espacios necesarios para aquellos jóvenes y profesionales talentosos que han venido luchando por su preparación para que se motiven y puedan proponer ideas, críticas constructivas y por qué no inscribirse para lograr una curul en el Congreso sin distinción de apellidos.
Además de los requisitos para ser congresista según la Constitución Política y a pesar de los grandes esfuerzos para poder llegar a ocupar una de las mas altas dignidades, la ley 5 de 1992 (ley por medio del cual se expide el reglamento del Congreso) en su artículo 6 señala textualmente cuáles son algunas de las funciones de los congresistas y entre esas tenemos que “Función legislativa, para elaborar, interpretar, reformar y derogar las leyes y códigos en todos los ramos de la legislación.
“Función de control político, para requerir y emplazar a los ministros del Despacho y demás autoridades y conocer de las acusaciones que se formulen contra altos funcionarios del Estado. La moción de censura y la moción de observaciones pueden ser algunas de las conclusiones de la responsabilidad política.
Norma esta que existe en el papel pero que se incumple por parte de algunos servidores del estado, como por ejemplo casi siempre las mociones de censuras a pesar de ser un procedimiento de control político no llegan a ningún lado, desde que se creó la figura, en la constitución política de 1991, ningún ministro ha sido removido del cargo por una votación mayoritaria en el Congreso de la República situación que demuestra que a pesar de existir una herramienta jurídica para realizar un juicio político por incumplimiento de sus funciones no se llega a ninguna sanción producto de esta citación.
Para concluir se hace necesario, que los congresistas no solo cumplan con sus deberes constitucionales y legales, que demuestren al pueblo como poder primario que son dignos de ostentar esas credenciales, pero también es importante que la ciudadanía exija una verdadera rendición de cuentas que ya hoy es ley de la República, para aquellos que no han cumplido a cabalidad sus funciones, sean castigados en las Urnas, es decir no salgan electos y que el mismo pueblo permita se abran los espacios y debates democráticos necesarios a los distintos profesionales que no son de ‘apellidos’ pero sí han demostrado el talante y las capacidades para hacer del Congreso el mejor escenario democrático de Colombia.