El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es una fecha para conmemorar lejos de cualquier celebración, pues las celebraciones nos recuerdan hechos agradables o felices, en los cuales entregamos regalos y felicitamos a las personas; pero esta fecha en particular se conmemora, porque parte de un hecho trágico en la historia de la lucha por los derechos de las mujeres, donde muchas murieron y padecieron violencia a causa de la búsqueda de un sistema igualitario que diera fin a la exclusión de géneros.
Es preciso recordar que a inicios de 1900 más de 15.000 mujeres marcharon por las calles de Nueva York, reclamando la reducción de la jornada de trabajo de 16 a 10 horas diarias bajo el lema «Pan y Rosas», así mismo, el 8 de marzo de 1910 en Copenhague, se propuso esta fecha como el Día de la Mujer Trabajadora. Clara Zetkin, líder del movimiento alemán de mujeres socialistas, fue quien propuso este día con el ánimo de reivindicar el derecho al voto femenino. A partir de entonces, el 8 de marzo quedó instituido como Día Internacional de la Mujer a favor de los derechos laborales de las trabajadoras y su manifestación contra la guerra.
En este sentido, quiero referirme al día 8 de marzo, como una fecha que debe representar algo distinto al consumismo, porque esta fecha es para recordar a las heroínas que abrieron la «interminable» lucha por la igualdad de derechos; lamentablemente aún continuamos en procesos que buscan la reivindicación de los derechos de las mujeres y no por “capricho hormonal” como muchas mentes ortodoxas pueden denominarlo, sino por dignidad, la merecida por mujeres y hombres.
Soy una apostadora incansable con la esperanza puesta un mundo menos opresor y más igualitario, en el que hombres y mujeres no sean antagónicos y violentos entre sí. Amparada en ese criterio, afirmo que admiro a las mujeres de la nueva generación que no se le arrugan a nada, que no les da miedo decir que son defensoras de la causa feminista, que han entendido que la igualdad entre géneros tiene su punto de partida en relaciones de respeto con los hombres (y no negocian este principio, ni naturalizan las violencias) que exaltan el ser mujer con dignidad, a través de espacios de poder logrados por méritocracia, sin aceptar ningún criterio machista que percibe equívocamente a las mujeres como el sexo débil.
He decidido conmemorar este día con letras paridas del alma y dedicadas a todas las mujeres que han dado ejemplo de fortaleza, amor, entrega y valentía, aquellas que a pesar de la adversidad del contexto pudieron enfrentar con altura cada obstáculo, por eso dialogar con las matronas de más de 90 años lleva a sentir la más profunda admiración, pues no tenían acceso a la educación, al voto y a sus derechos sexuales y reproductivos, pero aun así, escribieron la historia de tal manera que las nuevas generaciones hemos podido recibir un sistema menos adverso que nos facilita seguir construyendo un mundo en equidad e igualdad.
Hago un brindis por las mujeres que valientemente lucharon y emprendieron esas marchas revolucionarias que informaban del cansancio que experimentaban por la inequidad y desigualdad que vivían, también brindo por las que actualmente luchan por sacar sus proyectos adelante y que en medio de discriminaciones o dificultades se levantan airosamente hasta lograr sus propósitos. El brindis igualmente va por las nuevas masculinidades que han empezado a vivir un mundo amplio e incluyente, donde la mujer no es un simple complemento, o una costilla, menos un robot que responde exclusivamente a las actividades domésticas, sexuales y de cuidados familiares.
Un brindis por todas las mujeres que no celebran el 8 de marzo como si fuera el día del amor y la amistad o cualquier fecha comercial, sino que de manera constante por medio de sus acciones conmemoran su ser femenino y el de sus colegas de género, impidiendo toda forma de violencia para no fortalecer criterios machistas; mujeres que saben que no es un clavel o una caja de chocolates que solucionan la inequidad y las violencias basadas en género y por lo tanto, hacen de cada día el día suyo y viven empoderadas de su Ser.