Por Carmen Tereza Palmarrosa Brugés
A propósito del tema más frecuente en los últimos tiempos en La Guajira, sobre la implementación o instalación de las torres de energía eólica en territorio wayuú, que para algunos traerá desarrollo y progreso, y para otros conflictos interclaniles, generando divisiones entre quienes habitan territorios ancestrales wayuú, como, además, los impactos ambientales, culturales y sociales.
Una de las regiones del planeta que más ha sufrido los efectos nocivos del fenómeno globalizador, sin duda, ha sido la de América, al sur del río Bravo, donde históricamente el colonialismo capitalista con el extractivismo ha marcado el desarrollo histórico de las naciones que integran el continente, y configurado, los niveles de pobreza y discriminación que caracterizan hoy a la región, como una de las más desiguales del mundo.
Dentro de esa pirámide de pobreza y desarrollo desigual, se sostiene, que las poblaciones más afectadas con los fenómenos sociales señalados son: los pueblos indígenas y tribales que han habitado la región en distintos periodos históricos y que en ese devenir: aún se encuentran en los niveles de menor desarrollo humano, carentes de las condiciones mínimas que precisa la existencia digna, y sobre todo, en riesgo de desaparecer como grupos étnicos.
¿Han pensado alguna vez si ese anunciado desarrollo social viene acompañado con la implementación de los grandes proyectos que trae consigo la tan mencionada transición energética justa?; cuando todos sabemos, que existe un profundo desequilibrio social entre los invasores con estos proyectos, quienes llegan desde lejanas latitudes a ocupar o invadir todo lo que representa el eirruku, la cultura, costumbres, tradiciones del entorno wayuú; y por el otro, los originarios del territorio quienes los han habitado milenariamente.
Una muestra insigne de lo degradante del modelo de desarrollo imperante en el mundo para las poblaciones indígenas y tribales se encuentra en la etnia indígena wayuú, que según el Dane (2019) es la más numerosa en Colombia (pp.3). Sin embargo, en los últimos años se han impetrado solicitudes que han realizado los líderes indígenas, organizaciones y movimientos sociales en defensa de la etnia para que fueran tutelados sus derechos en el Tribunal Interamericano de Derechos Humanos como en la Corte Constitucional colombiana, se ha develado una verdad indignante: que fruto de la existencia histórica de la corrupción administrativa en el Departamento y sus municipios, ha servido de caldo de cultivo para que la intervención de multinacionales minero energéticas reconfiguren socioambientalmente el territorio, en detrimento de la etnia y su cultura; vulnerando sistemáticamente los derechos a la vida, la alimentación, la salud y la dignidad humana de la niñez y adolescencia wayuú.
Hoy, cuando el departamento de La Guajira se encuentra nuevamente ante lo que algunos han denominado el boom de las ‘energías limpias’ y la ‘inversión privada’, en razón de la crisis ambiental y social, generada por las energías no renovables, continuará el menoscabo de sus derechos humanos si no se toman los correctivos necesarios en la realización de dichos proyectos, con el fin de salvaguardar el bienestar social de la etnia, se vislumbra el irrespeto a los principios de justicia del pueblo wayuú.
Nuestro territorio wayuú necesita más dolientes; aquellos con memoria histórica, que recuerdan lo hermosa de nuestra cultura, la fuerza interior y exterior que depositamos en lo que hacemos y promovemos.