En Colombia continuamos felices celebrando la brillante actuación del jugador Guajiro Luis Díaz Marulanda en la competencia por la Copa América de fútbol. Su habilidad, velocidad, capacidad de desequilibrio y emocionantes goles lo convirtieron en la revelación del torneo y nos hicieron vivir momentos de éxtasis futbolístico.
Su talento ha estado acompañado de varias circunstancias que le han sido favorables. En efecto, el exitoso desarrollo futbolístico que ha alcanzado Lucho Díaz, como cariñosamente lo llamamos sus paisanos e hinchas en general, es el resultado de un proceso en el que se cruzan su talento, su deseo de superación y el apoyo de su familia, especialmente de su padre, Luis Manuel Díaz, quien aún mantiene una escuela de fútbol para formación de niños en Barrancas, con las oportunidades de participación en competencias infantiles y juveniles, organizadas con el apoyo de Cerrejón y de sus entrenadores, como parte de su anterior política de relacionamiento con las comunidades, así como de los clubes Barranquilla FC y el Junior, de donde salió para el Porto, equipo con el que también triunfa. Todos estos hechos, de manera holística, fueron determinantes para pulirlo y convertirlo en la fulgurante figura actual de la Selección nacional de Colombia. Su camino de éxitos apenas comienza y sin dudas continuará brillando en el fútbol europeo en los próximos años.
A pesar de las restricciones económicas y de la falta de apoyo gubernamental al deporte que tradicionalmente han existido en La Guajira, ha habido periodos fructíferos en este campo, en los que, en parte gracias a iniciativas de responsabilidad social como las de la empresa Cerrejón, han surgido excelentes deportistas en este territorio, como es el caso de Lucho Díaz. También hay que mencionar el reciente caso de los tres Guajiros que hicieron parte de la nómina del Deportes Tolima, consagrado campeón nacional este año (Anderson Plata, de Villanueva; Alvaro Montero, de El Molino; y Luis Miranda, de Maicao).
Hay muchos más ejemplos de deportistas oriundos de La Guajira que han sido exitosos y que se podrían mencionar, y no sólo en el deporte del fútbol, como es el caso del atleta Anthony Zambrano, oriundo de Maicao, quien por falta de apoyo se vio obligado a emigrar hacia Barranquilla, donde fue acogido y se ha consolidado como uno de los mejores a nivel mundial en la competencia de 400 metros planos. Su excelente nivel de desempeño actual, que ha confirmado con triunfos en la liga de diamantes, nos hace ilusionar con una medalla en los juegos olímpicos en Tokio.
Por razones de espacio sólo menciono estos representativos casos como una muestra del enorme potencial que existe en La Guajira en el campo del deporte, confirmando que esta tierra no solo ha sido privilegiada como fuente de recursos naturales y energéticos, sino también de seres humanos con enormes capacidades deportivas, que necesitan y buscan el esquivo apoyo institucional y gubernamental para su preparación y oportunidades para triunfar.
Los éxitos de Lucho Díaz y otros deportistas además de servir para los merecidos homenajes y los respectivos registros fotográficos, principalmente deben servir como un estímulo para que nuestros gobernantes, nacionales y locales, desarrollen agresivos y permanentes programas de apoyo y promoción del deporte en La Guajira, sin corrupción y sin pensar en los votos. Igualmente deben servir para que Cerrejón, en representación de la empresa privada, reflexione sobre la necesidad de reactivar ese componente social importante de su política responsabilidad social, especialmente ahora que hay un repunte de los precios del carbón en el mercado internacional.
A la empresa privada hay que recordarle que además de la rentabilidad financiera también es importante contribuir a crear un escenario que contribuya al desarrollo social y el esparcimiento de las comunidades de su entorno.
A los políticos y gobernantes de turno hay que recordarles que las acciones de gobierno deben ir más allá de las estrategias electorales y las alianzas para las próximas elecciones.
El deporte y la educación deben ser considerados pilares fundamentales en la construcción de un mejor futuro para La Guajira.