La noticia de la muerte de Jorge Oñate nos deja sin aliento a todos los que amamos el buen vallenato, ese que se perdió y revivirlo será imposible, porque fue producto del boom de una época, una conjunción de momentos y talentos que impactaron a una región con cantos, poesías y toques de acordeón y, sin duda, el líder de este movimiento fue Jorge Oñate, quien marcó un camino especialmente en el canto, fue quien le dio valor al cantante cuando inició con Emilio Oviedo y luego con los Hermanos López, en Bogotá, en 1970, en aquel apartamento de la 19 con Caracas, cuando se selló la unión frente a Gabriel Muñoz, quien al oír ese canto nítido, fuerte y afinado de inmediato lo fichó para la compañía de discos CBS; “Esto era lo que yo estaba buscando”, dijo al escuchar al naciente ‘Jilguero de América’. La palabra que mejor define a Jorge Oñate es, guerrero, un luchador de su música, a la que defendió en sus inicios en la fría capital, y luego a través de su carrera, siempre insistiendo para llevarla a los mejores sitios con sus siempre sobresalientes interpretaciones.
Duele mucho que se fuera, con tanto por dar y aportar, sobretodo a las nuevas generaciones que no han entendido el valor de un folclor que hay que preservar como patrimonio de la humanidad. Los múltiples éxitos de Jorge fueron con muchos acordeoneros a quienes impulsó hasta llevarlos a ser reyes vallenatos.
Oñate tenía una aptitud especial y era el oído para escoger canciones, sabía de antemano como balancear un trabajo y definía cuál iba a ser éxito, no necesitó de productor, se encerraba en el estudio y no le gustaba que lo molestaran, era metódico con los detalles, lo que le sirvió para dejar una innumerable cantidad de clásicos que perdurarán por siempre entre sus fanáticos, los oñatistas que siempre nos deleitamos con su forma vibrante y armoniosa de cantar y hoy lloramos con su partida. Se fue un bastión, patrimonio cultural de la música vallenata.
Me quedan muchos momentos con Jorge: de adolecente cuando lo seguía en las kzs para grabar su música y discutía con los amigos con la certeza de que era el mejor; en la época de estudiante en Bogotá, cuando lo conocí y en este último trayecto, justo cuando se aprestaba a recibir el homenaje de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, cuando me visitó, para desarrollar toda su puesta en escena en el Centro Comercial Guatapurí, exposición Fotográfica y gigantográfica, diseños pop art, conversatorios para el Festival 2020, pero en especial un cuadro que me pidió que le hiciera en su homenaje, que quedó pintado y ojalá haga parte de El Museo del Jilguero, un proyecto que también estábamos preparando con su esposa Nancy, en la casa donde él nació, en La Paz. Esta semana presentaré en mis redes sociales y las de El Pilón, la serie web: ‘El Jilguero por siempre’, como homenaje al amigo, al ‘Papá de los Cantantes’, al ‘Jilguero de América’, con presentaciones inéditas, testimonios de compositores, familiares, amigos y seguidores que hicieron parte de la vida del ‘Ruiseñor del Cesar’, quien partió a manos de una pandemia que nos ha cambiado la vida a todos y ha dejado mucho dolor. Para Nancy y toda la familia, mis más sentidas y sinceras condolencias, un abrazo de fortaleza. ¡Hasta siempre Jilguero!