Hace 100 años, exactamente el sábado dos de septiembre de 1922, al hogar de Pedro Nolasco Martínez y Felipina Santiaga Muñoz, llegó el niño Samuel Antonio, quien a pulso se ganó un lugar en el universo vallenato por toda la gesta musical que emprendió a lo largo de su vida.
Samuel nació en un hogar de descendencia humilde logrando pocos estudios, pero premiado con una inteligencia natural. También fue un hombre laborioso del campo y desde muy temprana edad aprendió a tocar el acordeón, componiendo canciones donde le expresaba el amor a las mujeres, el respeto a la amistad y mostraba la idiosincrasia de un pueblo trabajador y costumbrista.
Para aquel juglar de contextura delgada, divertido y risueño, su mayor encanto era tocar su acordeón, cantar y componer esas ‘piezas musicales’, como las llamaba, sobre todo lo que giraba a su alrededor. Casi no hablaba, pero cuando menos se esperaba, estrenaba una canción que tenía guardada en el baúl de su memoria.
De esta manera, toda su vida se dio el lujo de interpretar canciones de su propia autoría, y nunca intentó ingresar a terrenos ajenos. Era muy celoso y reclamaba cuando alguien se acreditaba una canción de su cosecha, caso ‘Los primeros días’ que grabara Alejo Durán.
Una vez intentó arrullar un desengaño, pero tuvo el valor de escaparse en medio del más grande aguacero de dolor. De lo anterior, dejó constancia en uno de sus cantos llamado ‘Morenita’, donde se mostraba arrepentido por estar enamorado y tener el corazón destrozado.
Siempre fiel a su talento, Samuelito le cantaba a sus penas teniendo como aliado a su acordeón. Ese instrumento, con su sonoridad le prendía la inspiración que no la apagaban ni los malos momentos, permitiendo sostener en su mente los versos porque poco escribía.
‘La Loma’, canción insignia
La canción ‘La Loma’, considerada su máxima inspiración, Samuelito se la dedicó a su hermano Ignacio, al que cariñosamente llamaban ‘Nachera’, quien se marchó de La Loma con destino al caserío de Tronconal, jurisdicción de Chimichagua. Todo lo originó un disgusto.
Entonces, Samuelito al recapacitar buscó la fórmula precisa para que su hermano mayor regresara lo más pronto. Era el llamado del corazón, porque arrepentirse fue la clave para que a su pensamiento lo visitara la inspiración y dijera:
“Samuelito no
sabe en qué forma
ha perdido a su
hermano querido,
que se venga
pa’ cá pa’ La Loma,
que con mucho
gusto lo recibo”…
No pasó mucho tiempo cuando el recado cantado llegó a los oídos de ‘Nachera’, y regresó para abrazarse con su hermano, porque no podía rechazar ese detalle de fraternidad. El episodio real sucedió a comienzos de la década de los 60.
La canción deambulaba de oído en oído, hasta que la conoció Alfredo Gutiérrez. No contento con eso,viajó de Valledupar a La Loma, acompañado de su suegro Manuel Enrique Moscote, con la finalidad de pedir la canción para grabarla.
“Esa vez me senté con Samuelito Martínez y pude platicar y escuchar por largo rato la manera maravillosa como interpretabaesa canción con su acordeón. Le dije que se la iba a grabar tal como sucedió. Es muy cierto, ‘La Loma’, hace parte de mi historia musical”, expresó Alfredo Gutiérrez.
En el año 1974, ‘La Loma’ fue grabada por el tres veces Rey Vallenato Alfredo de Jesús Gutiérrez Vital, canto en aire de paseo que le sirvió para alcanzar en dos ocasiones la corona en el Festival de la Leyenda Vallenata (1974 – 1986). En la otra ocasión, año 1978, interpretó el paseo ‘La Estrella’ de Juan Muñoz.
Desde La Loma de Calenturas, Centro Carbonífero del Cesar, Samuel Antonio Martínez Muñoz exaltó el folclor vallenato con muchos cantos, y le dijo al mundo que la mejor manera de zanjar las diferencias, así fuera entre hermanos, erabuscando abrazos de paz para que la alegría ingresara al corazón a través de un conducto cargado con notas de acordeón.
De otra parte, el homenaje perdurable a Samuel Martínez se realiza cada año en el corregimiento más grande de Colombia, La Loma, Cesar, donde en el año 1990 se creó por iniciativa del abogado, cantante y compositor Jorge Naín Ruiz Ditta, el Festival de Canciones Samuel Martínez, que se ha convertido en un referente del folclor vallenato.
Apreciada familia
En su paso por la vida ‘Samuelito’ no solamente dejó cantos, sino 10 hijos: María Cristina, Alicia, Samuel, Luis Rafael, Fabio, Felipina, Patricia, Luz Elena, Jorge Luis y Jaime. Tres de ellos han seguido sus pasos: Jaime es acordeonero; Samuel y Fabio, compositores.
El juglar de La Loma, después de dar miles de batallas musicales murió la noche del lunes 27 de septiembre de 2004, cuando contaba con 82 años. En aquel momento ya tenía la canción precisa donde expresaba que no le tenía miedo a la muerte, porque ella llegaba tarde o temprano. Es verdad, nadie nació para semilla.
“Pronto me tengo que morir porque me llega la vejez, y eso no me impresiona a mí porque bastante disfruté. Yo sí jugué con el amor cuando tenía mi juventud, también gocé de buena flor, de bellas mujeres mejor que tú”…
Samuelito supo administrar con cuidado sus nostalgias, porque la ceguera en sus últimos años no le permitía ver las claridades del destino. Se fue dejando su recuerdo volando bajito y escuchándose aquel célebre canto donde cursó la más linda invitación a su pueblo amado, al que con gusto a todos reciben.
Al cumplirse 100 años del natalicio de Samuel Antonio Martínez Muñoz, él sigue con el corazón sembrado en La Loma, donde se cerraron para siempre todos los caminos del olvido. Además, es preciso repetir las palabras de Diomedes Díaz, pronunciadas en la tarima ‘Pedro Nolasco Martínez’, la noche del domingo 18 de julio del año 2010. “Porque un hombre como Samuel, solamente lo pare La Loma”.