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Colombia es una República unitaria donde el poder se ejerce en tres niveles. El primer nivel o central corresponde al presidente como suprema autoridad administrativa; el segundo nivel o regional a los gobernadores que gobiernan los departamentos, el tercer nivel o local corresponde a los alcaldes que administran las entidades municipales.
El presidente simboliza la unidad nacional y está obligado a garantizar los derechos y libertades de todos los ciudadanos, pero también debe respetar los derechos de las entidades territoriales sin discriminar entre departamentos o municipios, para negarles lo que la Constitución les reconoce como derecho. Los departamentos y los municipios tienen derecho a participar en las rentas nacionales, y de acuerdo con sus competencias, a recibir los recursos del sistema General de Participaciones para financiar la salud, agua, saneamiento básico y educación, entre otros servicios.
Colombia durante la época que se llamaba Estados Unidos de Colombia fue una República federal, y el departamento de Antioquia fue el Estado Soberano de Antioquia, incluyendo Panamá. Los antioqueños siempre han simpatizado con el federalismo y han deseado separarse de Colombia para formar su Estado independiente.
En la década del 70 hubo un fuerte movimiento cívico llamado ‘Antioquia Federal’ para separarse de Colombia y formar el país paisa. El tema vuelve a cobrar relevancia ahora por cuenta de la actitud del presidente Petro de negarle al departamento de Antioquia. La renovación minera y los recursos para financiar las autopistas 4G, ha motivado al expresidente Uribe a pedirle a los antioqueños recolectar un billón de pesos para terminar esas obras viales, iniciativa que ha sido bien acogida por la ciudadanía y los gremios empresariales.
‘Antioquia Federal’ sería un Estado con una población superior a 6 millones de habitantes, más extenso que varios países de América como Costa Rica, El Salvador y República Dominicana. Tendría un PIB superior al de todos los departamentos del Pacifico y cercano al de países como Paraguay y Bolivia. Antioquia tiene todo: tierras fértiles, industrias competitivas, minería, recursos energéticos, producción de café y de banano, y cuenta con salida al golfo de Urabá para tener puerto marítimo en el Atlántico y exportar bienes al mundo. Los antioqueños son berracacos, emprendedores, trabajadores y tienen identidad propia, una rica cultura y tradiciones que los une como pueblo para hacer de Antioquia un gran país.
El candidato a gobernador Mauricio Tobón trató el tema durante la pasada campaña electoral y habló de convertir las regiones de Colombia en Estados. Los costeños – se me ocurre – deberíamos aprovechar la coyuntura paisa y adherirnos a esa propuesta reviviendo el viejo anhelo de crear la Republica del Caribe, como protesta por la pérdida de Barranquilla de la sede de los juegos Panamericanos de 2027, al negarse el gobierno de Gustavo Petro (dizque costeño) a cumplir los compromisos que Colombia había adquirido para la realización de este evento deportivo continental.
Un bloque integrado por las regiones Caribe y Antioquia sería de una gran fortaleza económica para crear un Estado independiente, libre del centralismo económico que nos tiene sometidos, atrasados, que se lleva nuestros recursos, nos quitó las regalías y nos ha privado a los costeños de un desarrollo integral y mejor calidad de vida.
Si se compara el Estado centralista con el Federal vemos a países que son federalistas como México, Argentina, Brasil y EEUU más desarrollados que aquellos que son repúblicas unitarias como Colombia, prueba de que el federalismo es el mejor sistema de Gobierno.
Los países federales alcanzan mayor desarrollo gracias a que no tienen que entregar sus riquezas a un Estado central, y porque tienen autonomía en materia tributaria para administrar sus recursos e invertirlos directamente, según su prioridad, en la satisfacción de sus necesidades, obras de infraestructura, salud, educación, sin depender de un Gobierno central.
Colombia, que es país de regiones, definidas geográfica y culturalmente, debería aprovechar estas condiciones naturales para ser Estado federal, o al menos que nuestras regiones geográficas puedan autogestionarse no solo política y administrativamente, sino con autonomía fiscal y financiera para administrar sus recursos propios e invertirlos en lo que cada región considere mejor para su desarrollo.
El centralismo ha sido dañino para las regiones creando desequilibrio económico entre ellas y frenando su progreso, excepto la región central o Andina, que ha alcanzado mayor desarrollo en desmedro de las otras regiones, recibir una mayor inversión de los recursos que las regiones transfieren a la nación. A las regiones que los producen solo vuelven las migajas de las regalías que se lleva el centralismo, lo que es inequitativo.
Desde Antioquia soplan vientos de inconformismo y federalismo contra el centralismo, con eco en las regiones del país, y contra el presidente por discriminar a ese departamento y no unir al país.