Por estos días del diciembre atípico se generó una polémica creada por la inconformidad justificada y bien fundada en el hecho del lanzamiento del trabajo musical de Silvestre Dangond y más concretamente en un trino del Rey Vallenato Fernando Rangel, quien cuestionó que el acordeonero de Silvestre, Lucas Dangond no apareciera en la carátula del CD.
El texto que publicó Rangel en su cuenta de Twitter, decía: “Bueno en ese CD de Silvestre el pobre Lucas no aparece ni en la parte de atrás del CD, cómo hemos quedado los acordeoneros, valiendo tres tiras”. De inmediato aparecieron los ‘carboneros’ y los ‘apaciguadores’ y se armó la de Troya en las redes sociales.
En alguna oportunidad escribí un artículo en el cual expresé que me gustaba el vallenato de pareja, es decir aquel en el que se destacan y se les da la misma trascendencia tanto el acordeonero, como el cantante; sin embargo, hay que reconocer que en la historia de nuestra música se ha pasado por etapas en las que la preeminencia la ha tenido el acordeonero, desde cuando él mismo cantaba, tocaba y componía, hasta agrupaciones en las que quien interpreta ese instrumento ha asumido el liderazgo como en el caso de Israel Romero en el Binomio de Oro después de Rafael Orozco o en el caso de Omar Geles, después de Los Diablitos, o el caso de ahora de Juan Mario de la Espriella y otros.
Hace bastante rato ya, que se viene hablando más del cantante que del acordeonero, especialmente en el vallenato comercial moderno; para nadie es un secreto que ahora la gente pregunta es: ¿Ya salió el disco de Oñate? ¿Cuándo sale el CD de Peter? ¿Qué tal está el de Jorgito? Ese protagonismo lo han ido asumiendo los cantantes líderes y algunos acordeoneros, al parecer, se han sentido cómodos en ese papel de ser músicos acompañantes, de ganar mejor que los demás músicos del grupo y no tener que cargar con tanta responsabilidad, eso me parece muy respetable.
Muchos cantantes vallenatos y entre ellos, Silvestre Dangond, han demostrado hasta la saciedad que su voz, su estilo y su carisma son suficientes para conquistar masas, independientemente de quien los acompañe en el acordeón; luego entonces, sería un acuerdo de voluntades asumir el liderazgo, el protagonismo, aparecer en caratula y todo lo demás.
No podríamos hablar de desplazamiento, ni de que el acordeón haya perdido importancia en el vallenato, solo que las personas tenemos un libre albedrío para asumir o no los roles, por eso Calixto Ochoa expresa en su canción titulada ‘El Mundo’, lo siguiente: “Si en el mundo todos fueran capitalistas oigan quien trabajaría, si en el mundo todos fuéramos pobrecitos señores tampoco serviría”.
Colofón: La Fundación Festival de la Leyenda Vallenata recientemente ha emitido un comunicado en el que se dan explicaciones sobre las razones por las que aún no se han pagado los premios del pasado festival versión 2020 virtual, siempre he afirmado que la prioridad de cualquier evento de esta índole debe ser el pago de la premiación a los concursantes, por eso y porque especialmente en otros festivales viene ocurriendo hacer rato este fenómeno, el Festival Vallenato no puede caer en el mismo error de los otros. Pilas con eso.