“Bonito es sentirse en los brazos de lo más querido, pero cuando uno ve que todo eso está muriendo, verdad que uno a veces desea mejor no haber nacido”.
Imposible iniciar sin que viniera a mi mente el aparte que antecede de la canción de José Vázquez que más me gusta: ‘Te seguiré queriendo’, que el Binomio de Oro le grabó en el año 1981. Está en el LP ‘Cinco años de oro’ con la cual sorprendió a toda la fanaticada de la agrupación que le dio caché a la música vallenata, por su delicada letra y su hermosa melodía.
Ha partido para siempre ‘Quevaz’, figura emblemática de la época dorada del Binomio de Oro, uno de los bajistas mas reconocidos y respetados de Colombia, que con sobrados méritos se hizo acreedor de los afectos del público que muchas veces asistía a los espectáculos pendiente de las genialidades que desplegaría, hizo parte de aquellos que desde la sombra aportaron su ‘granito de arena’ para que los grandes no dejaran de crecer artísticamente, fue de esos seres humanos a los cuales se refirió el maestro Julio Oñate Martínez en su obra titulada ‘Héroes ocultos del vallenato”.
Fue un músico que construyó su marca ladrillo a ladrillo, paso a paso, todo comenzó con Los Cumbancheros del Ritmo, una orquesta local de muchachos en La Jagua de Ibirico, hasta allá llegó en buena hora el olfato de Calixto Ochoa que le dio la oportunidad de acompañarlo como espontáneo en una tanda de su presentación y quedó impactado por el talento del pelao, y como la desgracia de unos es conveniencia para otros, dos meses después el bajista de Calixto tuvo un accidente que lo incapacitó durante más de un año, eso motivó el llamado del autor de ‘Marily’, quien le envió un marconi informándole su interés para que se vinculara al grupo. Le contó en una entrevista a ‘Checho’ Díaz que el marconi que llegó dos semanas después de su envío, decía lo siguiente: “Señor José Vázquez, si usted desea formar parte de mi conjunto, véngase a esta dirección”. Así se produjo su viaje a Sincelejo, donde fue recibido por el famoso acordeonero y compositor. Se vinculó al conjunto y vivía en su casa, allí estuvo hasta cuando lo sedujo Alfredo para que se fuera con él. ‘Quevaz’, que no hallaba cómo decirle a Calixto que se iba, aprovechó que el Gavilán Castigador le estaba seduciendo a la pollita que se había conseguido para ponerse a disgustar, así se pudo ir con ‘El Rebelde del Acordeón’.
Pienso que su primer golpe de autoridad lo dio hace cincuenta años cuando habiendo cumplido sus primeros diecisiete años de circulación por este mundo, fue llamado para que se embarcara en un bus y se desplazara hasta Bogotá ante una emergencia que tenía la agrupación de Los Hermanos López con Jorge Oñate. Estaban varados allá, no habían podido grabar porque no habían bajistas disponibles, eso permitió que ese muchacho elemental como el agua, pero musicalmente brioso, colocara su impronta en el LP ‘Reyes vallenatos’ en el año 1972. Fue un trabajo conmemorativo por el triunfo de Miguel como quinto Rey Vallenato, acompañado en la guacharaca y el canto por Jorge Oñate, fue su prueba de fuego ‘La vieja Gabriela’, de Juan Muñoz. Ahí dejó claro que estaba para grandes cosas.
Consideramos que la tapa de su cajeta fue indiscutiblemente su ingreso en 1978 al conjunto de ‘Rafa’ e Israel, El Binomio de Oro, allí se consagró, aportó lo mejor de sí para visibilizar aún más el protagonismo y la importancia del buen bajista en las agrupaciones de música vallenata, y es justo reconocer que así sucedió porque se lo permitieron los líderes de la agrupación que sin celos, sin egoísmo y sin mezquindad ponderaban en sus presentaciones en vivo y en las grabaciones su presencia nunca inadvertida, por eso su nombre se volvió tan popular y gozaba de la aceptación colectiva.
‘Quevaz’ con ‘Calilla’, ‘Claro’ y ‘Punda’ Cotes, Camilo y ‘Maño’ Torres, Holman Salazar, Isaac Carrillo, el ‘Papa’ Pastor y otros que no tengo presente, abrieron el camino para que los nuevos en su oficio pudieran tener las bases de las cosas interesantes que están haciendo, pero que el excesivo protagonismo de los cantantes no dejan escuchar, y deberían aprender de Oñate, ‘Poncho’ y especialmente de Rafael Orozco, ellos animaban a sus músicos para que también se lucieran y fueran aplaudidos por el público y por hacerlo nunca se les cayó la corona, no dejaron de ser grandes, ahora estos principiantes ocultan hasta al acordeonero, claro a los que se dejan. Me gustaría ver a cualquiera de los cantantes famosos grabando y cantando sin acordeonero para ver quien les va a comprar esa vaina.
Hará mucha falta el epónimo hijo de Chiriguaná siempre que se requiera un bajista diferente, inventor y destacado, nos dejó su estilo, la bellísima parte introductoria de la canción ‘Sin medir distancia’, de Diomedes, con su guitarra, y también sus excelentes canciones, entre ellas las más populares que le grabo Rafael Orozco, ‘Te seguiré queriendo’, ‘Esa’, ‘Colombia’ y ‘De nuevo en tu ventana’; también ‘Lo que pasa es que tú sabes que ajá’, que le grabo Miguel Morales con Víctor Reyes, la incluyeron en el LP ‘El pueblo quiere al cantante’, que salió en 1992.
Pienso que la muerte de ‘Rafa’ para él y su carrera fue fatal, porque si bien fue notoria su participación en muchas producciones, su presencia terminó invisibilizada.
¡Paz en la tumba de un héroe que nunca se dejó sepultar por el anonimato!