Luchar contra el hambre y la miseria en África, América Latina y algunos países asiáticos, justificaron los hechos y motivos para reconocerle al Programa Mundial de Alimentos, adscrito a la ONU, el Premio Nobel de Paz.
El programa se fundó en 1961, con sede en Roma, cuya misión es la de repartir alimentos y apoyar proyectos humanitarios, dirigido por el estadounidense David Beasley, conformada por 195 países miembros, de los cuales reciben apoyo económico de algunas naciones en desarrollo y de donantes particulares. Su principal objetivo es salvar vida y proteger de medio de subsistencia, en estado de emergencia de los seres humanos, por causas de catástrofe y tragedias sísmica naturales, desplazamientos forzados, migraciones, conflictos bélicos, problemas sanitarios, desnutrición y hambrunas que a diario padecen muchas personas afectadas, por la miseria y el abandono gubernamental.
El Programa de Alimentos distribuye anualmente 15 millones de raciones de comidas a 97 millones de personas en 88 países. Dispone de equipos humanos, técnicos, profesionales y especias en asuntos particulares y logísticas operativas, conformadas por equipos de comunicaciones, plataformas, sistemas tecnificados y transportes en distintas modalidades: flotillas de vehículos terrestres, aéreos, fluviales y marítimos, aún cuando también se transportan en animales.
Uno de los objetivos primordiales del PMA, es erradicar el hambre y la pobreza, pero están lejos de alcanzarla, por circunstancias políticas ejercidas por mandatarios de turnos, que se aprovechan de los estados críticos, de las personas y las necesidades vitales para utilizarla en explotación de esclavitud y servilismo.
También en las compras de voluntades, en favorecimiento electorero, someterla y oprimirla en represiones e ignorancia, castigando rebeldías e inconformidades de quienes protesten por la precariedad en equidad de vivencia, sin atenciones ni soluciones en abandono sin mitigar, ni solventar el hambre.
De igual forma, ejerce otros objetivos como el de fortalecer la capacidad de los países para reducir el hambre, garantizar subsistencia, reconstruir comunidades e invertir en campos agrícolas, donde se producen de manera natural los alimentos de consumo humanos.
El mundo tiene tierra suficiente para producir alimentos que sirven para alimentar a más de 20 mil millones de personas. Sin embargo, es notorio el poco interés de los gobiernos de utilizar de buena manera el uso de la tierra en temas agrícolas. Los mandatarios y gobernantes defienden a capa y espada las explotaciones mineras y, en especial, los hidrocarburos que causan daños irreversibles con destrucciones del ecosistema ambiental y contaminaciones del aire y el agua.
La propiedad privada es una limitante de producción agrícola, complementadas con la falta de facilidades financieras y asistencias técnicas que garanticen seguridad alimentaria permanente. El PMA en su lucha de 58 años, no ha alcanzado a distribuir raciones de comida a un 20% de personas necesitadas, con la cooperación de más de un millar de ONG, aliadas en distintos lugares continentales. La mayor concentración y acaparamiento de riquezas está en mano y poder de 1×1000 de los habitantes del mundo, frente 90% de pobreza en diferentes grados, cuyas diferencias aterran al conocer la veracidad de condiciones y desventajas que dificultan cerrar una brecha extrema que nos ahoga, aturde, desencaja y nos mata de hambre.
Qué fabuloso y justo sería que países miembros de la ONU aprobaran la destinación del 1% de los presupuestos militares y las industrias de armas de fuego para contribuir con la solución de hambruna en el mundo. De igual forma, deben contribuir entidades financieras con el 1% de las ganancias anuales y las utilidades de personas naturales y jurídicas, sociedades y consorcios individuales anuales, superiores de 10 millón de dólares, que se causen en las distintas naciones que la conforman. De esa forma, podría incrementar y expandir el ámbito de acciones a cargo del órgano ganador con mérito, del Premio Nobel de Paz, (Programa Mundial de Alimentos).
La Guajira ha sido una región víctimas de hambre, sobre todo en los sectores indígenas que no les han resuelto el cumplimiento de la orden judicial, de asistencias nutricional a los menores infantes. Es necesario en programa de inversiones fomenta cultivos de pancoger, convocarse e informar sobre programas, divulgándolo de manera popular con la finalidad de tener concurrencias participativas de los interesados, clasificados y zonificados indiscriminadamente, avalado por la autoridad administrativa local (alcalde) controlado por la entidad ambiental, sin descartar otras autoridades competentes y las intervenciones de fundaciones que cooperen y revisen los programas que se ejecuten.