Por José M. Aponte Martínez
Siempre le he dicho a Mercy, mi señora que sí por alguna circunstancia nos toca salir del Valle, una de las opciones es Riohacha, ella sabe por qué y no le disgusta, ya que conoce las razones que tengo para ello. Pero los demás exclaman con asombro: ¡Riohacha!, sólo a ti se te ocurre me increpan mis hermanos, estás loco me dicen los cuñados, estás perdió exclaman los demás y así no encuentro un voto positivo ni razones para irme a vivir a la capital Guajira y entonces les pregunto si han vivido siquiera una semana en ella, si han ido a fiestas o si tienen siquiera dos o tres amigos en esa ciudad y como me dicen que no, les contesto: yo si tuve el privilegio de ser bachiller del famoso claustro educativo La Divina Pastora bajo la regencia de un santo llamado Tarsicio de Rita Corbaria, acompañado de los docentes mi inolvidable profesora de mecanografía Olguita Richulli, los hermanos Sierra, ambos Manuel, Luis A. López el recordado `Papayi´, Marcos Pedraza, Carlos Melo, Alfonso Conrado y el médico Enrique Gaviria, acompañado de 39 muchachos que conmigo conformaron el famoso grupo de `Los 40´.
Ahí aprendí a tratarlos, a conocerlos y a quererlos y nos entendimos a la perfección, hasta tal punto que 54 años después, todos los años nos reunimos y como si fuera ayer recordamos que la abuela de Miguel Cotes `Lucky´, que nos vendía el churro, a él no le fiaba, sino me llevaba a mí de fiador, o `Lalo´ el dueño de la orquesta nunca aceptaba al Viejo Sánchez, el eterno tesorero para contratar un toque, si Enriquito Zimmerman no le firmaba o Doña Teresa Márquez al único que le largaba una botella de whisky era a mí y ellos se preguntaban el por qué, porque no sabían que Rufino Vidal, su hijo estaba casada con mi tía Amanda y mi casa en Villanueva era la casa de los Vidal Márquez.
Yo sí he ido a fiestas, pero muchas en Riohacha y he sido atendido a cuerpo de rey, porque ellos en eso son espléndidos, de eso sí saben, de echar la casa por la ventana y no tienen orilla para atender, yo sí tengo varias casas donde bajarme cuando los visito, me pelean y para mí eso es un honor. Yo sí tuve novias, amorcitos estudiantes en Riohacha, yo sí fui al Teatro Aurora, me bañé en el mar, comí pescao, tortuga y chivo en su mercado, fui amigo de Foncholita y hasta tuve mamá, la inolvidable Imelda Pinedo que con su recua de hijas me hacían la vida feliz. Yo sí tengo amigos de todas las clases en Riohacha, yo sí jugué billar con el lotero Vásquez el mejor jugador de esa localidad, bebí y comí en La Primera, amanecí en todas partes, borracho me monté en la estatua de Federmán y enmaicené a Padilla, iba donde Howard a donde me confundían con el Doctor Enrique Gaviria y firmaba vales a nombre de él, que cuando se los cobraban pagaba con gusto, porque era mi amigo y profesor de química.
A `los 40´, vivos y muertos los recuerdo con cariño: Edgar y Julio Zubiria, mi hermano Augusto Aponte ‘Tico’, Juan José Daza ‘Choché’, Ramón Rois ‘Carita de Chavo’ y buen amigo de Foncholita, Lisandro Pitre ‘El Ciego’, Arnaldo Ariza ‘El Cocha’, Gabriel Romero ‘Gaby el Gastón’, Enrique Zimmerman ‘Enriquito’, Miguel Gutiérrez ‘Migue’, Rubén Gómez ‘El Estirao’, Luis Sierra ‘Lucho’, William ‘Ron’ Robles, Asdrúbal Enrique ‘Asdrú’, Julio Manjarrez ‘El Provinciano’, Leovigildo Illigde, ‘El Sabio’, Miguel López ‘El Putas’, Edgardo Ferrucho ‘Ferrucho’, Alfonso Fragoso ‘El Orador’, José Lucas Brito ‘El Ratón’, Grimaldo Melo ‘El Flaco’, Arnoldo Van Grieken ‘Nolvi’, Miguel A. Cotes “Lucky”, Eneldo Brugés “El Abuelo”, Numas Daza “El Maco”, José M. Pérez ‘Chema’, Alfonso Romero ‘Foncho’, José M. Gómez ‘El Negro’, Antonio Martínez ‘El Indio’, José Bonivento ‘Boni’, Reynaldo Rosado ‘Carey’, Álvaro Romero ‘Monseñor’ o ‘Varo’, Carlos Cotes ‘Caito’, Hermes Sánchez ‘El Viejo’, Manuel Mengual ‘Manenchi’, Mario Meza ‘El Serio’, Carlos Pino ‘Pinocho’, Narciso Vanegas ‘Chicho’, Aquiles Cuan ‘El Burro’ y Miguel Gutiérrez, ‘El Negro’, compadre de todos, porque tuvo una hija y nos puso de padrinos, y a mí me decían ‘Jefe’.