La oscura noche del uribismo que nos tuvo al borde del abismo en ‘La Rodolfoneta’ está por terminar; la esperanza pudo más que el miedo y la ignorancia. Con la más alta votación de la historia, fue elegido Gustavo Petro, quien ya no es el mismo guerrillero beligerante del M-19, ni el impulsivo alcalde de Bogotá que tomaba decisiones sin reflexionar.
Hoy es un líder formado, reflexivo y pragmático que sabe que su momento llegó y que puede convertirse en la referencia de la izquierda latinoamérica, al nivel de Lula Da Silva. Petro llegó derrumbando los temores que mantuvieron al borde del colapso a muchos colombianos ingenuos que creyeron tantas barbaridades, promovidas por los mismos que entregan el país descuartizado en todo sentido.
Desde su primer discurso en el Movistar Arena se notó un estadista con ganas de reconciliar a Colombia. Con solo una semana de elegido ha recibido señales importantes de liderazgo como: la llamada del Presidente de EE.UU., Joe Biden, lo que demarca el camino de unas relaciones armónicas y estables con la principal potencia mundial; es clave mantener relaciones igualitarias que alejen a Colombia del sometimiento que por años ha impuesto Washington e iniciar una agenda conjunta y robusta de proyectos en tiempos de crisis.
También habló con Nicolás Maduro, un paso necesario que relanza relaciones, algo que Duque nunca supo interpretar y solo logró un perjuicio para colombianos y venezolanos, quienes no entienden de enfrentamientos políticos y solo pretenden acuerdos de los gobiernos para solucionar problemas comunes. Como si fuera poco, logró lo que parecía imposible; sentar a Uribe en una mesa para realizar un acuerdo nacional, dándole a su mandato, aún sin haber iniciado, un carácter abierto, conciliador y muy civilizado para terminar con la polarización y, por fin, el cese de tantos enfrentamientos; llegar a un acuerdo sobre lo fundamental, como diría Álvaro Gómez Hurtado.
Pero hay más, ya Petro tiene prácticamente consolidadas las mayorías en Congreso, lo que le permitirá arrancar con pie derecho en el tema de reformas, especialmente la tributaria, politica, de la salud, pensiones y justicia; con Roy Barreras, un presidente del Congreso conocedor de estos temas, quien promoverá la implementación de la paz en serio.
Sobre el gabinete, solo se conoce el nombre de Álvaro Leiva, con una vasta experiencia, quien será el encargado de recomponer el jarrón quebrado que deja Duque; aunque hay un sonajero muy interesante, no hay nada definido. Me gustaría ver a Alejandro Gaviria en Hacienda, a Alfonso Prada como jefe de gabinete, así como a Mabel Lara en MinTic. Pero esos nombres se develarán esta semana, dependerán de cuáles partidos se sumen a fortalecer la gobernabilidad del nuevo presidente.
Llega una nueva era para Colombia y eso permite tener fe; no nos convertiremos en Suiza, pero sí iniciaremos un cambio para lograr los avances que tanto hemos esperado; frenar, aunque sea un poco, el cáncer de la corrupción. Ojalá el Centro Democrático asuma la oposición con gallardía y haga control al gobierno Petro, necesario para que nuestra democracia no se convierta en un Estado hegemónico. Bienvenido el nuevo presidente, Gustavo Petro, bienvenida la esperanza.