, las voces originarias deben escucharse dentro de las estructuras científicas de las universidades. Nosotros los wayuú como cultura poseemos un sistema complejo de comunicaciones, estos se pueden expresar en los relatos ancestrales, la diversidad de tejidos, los momentos pragmáticos y sagrados de los ritos de pasos, etc. Un etnoeducador que no haya experimentado la pregunta sobre la expresión –Yüütapa jia– que significa “hagan silencio por un momento”, es una invitación para que en silencio puedan saborear las palabras que va escuchar, las medite desde el estómago, desde el corazón, la palabra es un salto a la realidad para nosotros lo wayuú, pensarla desde estas regiones del cuerpo se recibe así como tal, se está pronunciando para arroparla luego con la sabiduría y la honestidad que reside en el corazón porque ahí es la esencia del ser wayuú, de ser persona; wayuu a´inchi o wayuu a´inrü.
La etno-educación de esta manera estará buscando una educación desde la realidad de cada pueblo indígena, sabiendo que es una sociedad y no la sociedad apartada como individualidad, más bien tener un conocimiento amplio sobre la cultura humana como vida, conocimiento y no como una pieza que va a servir a la maquinaría de las grandes empresas industriales. Existen muchas ideas que se han planteado en otras latitudes de la gran Madre Tierra, que se debe retomar para que los pueblos ancestrales –las demás sociedades también– guíen a las nuevas generaciones a partir de sus propios conocimientos, volver la mirada hacia adentro permite conocer nuestros orígenes. La etno-educación como disciplina científica en estos tiempos donde se valora y se respeta la interculturalidad, debe orientar su camino para que realmente fortalezca los sistemas de valores que tienen cada pueblo indígena y no que entre a debilitarla más de lo que ya está.
La didáctica más importante para enseñar y divertir a los niños, niñas, jóvenes y a los estudiantes, debe ser la palabra y la vida misma, poner en marcha a la vida para comprender ese juego que existe entre la vida en la muerte y la muerte en la vida, para llegar a comprender ese juego se debe abrir paso con la palabra, pero para poder manejar a la palabra primero hay que saber escuchar, hacer un poco de silencio –Yüütapa jia, tener a la palabra en el estomago, pasarlo al corazón para que finalmente tengamos la habilidad de manejar a la palabra. Esta palabra debe ser una palabra hermosa que se tiñe de gestos y de carcajadas sonoras.
Al alcanzar manejar a esta dinámica sabremos pronunciar las palabras que enaltecen, que destruyen, que elogian, que odian. Solo el que ha logrado alcanzar este nivel del conocimiento de la palabra, podrá escuchar esas palabras mudas de los sueños y las múltiples palabras del conjuro ante un espíritu extraño, al comprender todo esto sabremos la importante que la palabra es creadora y emisor de mensajes. Es de esta manera en que hay que volver a mirar internamente, reflexionar desde nuestra realidad como wayuú colectivo e individual. La educación no se debe seguir viendo como algo acabado, sino, algo en constante movimiento que nos conduce hacia un flujo múltiple de conocimiento y de enseñanza. La educación no debe seguir siendo fragmentado, el hombre no debe estar fuera de la sociedad y la sociedad sin el hombre, debe ser integral con una visión múltiple de las cosas que existen en el mundo. Aquí no se quiere seguir buscando tener acceso a unas normas, unas técnicas del conocimiento, sino, tener acceso realmente al conocimiento humano. Nosotros los wayuú tenemos que volver a escuchar a nuestros ancianos y ancianas para poder lograr alcanzar lo que realmente buscamos, seguir siendo wayuú, pero a la realidad de las dinámicas actuales, desarrollar una nueva forma de existir en este mundo cambiante y eso está en nuestros relatos sagrados donde descansa toda la estructura de la esencia de nuestra cultura wayuú. Nosotros los pueblos indígenas ya estamos haciendo estas reflexiones internas, las universidades también lo deberían hacer, pensar científicamente la forma en entrar en diálogo con la diversidad de culturas donde se encuentran edificadas. La etno-educación debe ser pensada y reflexionada de estas realidades, las diferentes formas de educar, para el publo Ikü –Aruhaco, la educación comienza desde el vientre.