En esta época del año, cuando comienzan las actividades escolares, cae como anillo al dedo un tema que debe interesar también a toda persona hablante de la lengua castellana. Puede tomarse como un pasatiempo, pero su verdadera importancia consiste en el incremento del léxico, ejercicio muy limitado entre muchísimos de nosotros. En esta columna ponemos de presente la importancia de dos interesantes recursos lingüísticos, aunque a veces sean tomados como ‘divertimento’.
El ‘tautograma’ es un texto, poema o verso formado por palabras que empiezan por la misma letra. Este artificio o juego de ingenio no es propio de la Edad Moderna, pues ya Ennio en el siglo II antes de Cristo había presentado su famoso tautograma en un hexámetro: “O tite, tute, tibi tanta tyranne tulisti” (Oh, Tito Tacio, tirano: tú mismo te produjiste tan terribles desgracias). En la Edad Media, a fines del siglo IX y principios del X, Ubaldo de Saint-Amand compuso una poesía de 136 versos cuyas palabras empiezan todas por la letra C. Ese poema, titulado “De laude calvorum” (Elogio de los calvos) lo dedicó al rey Carlos el Calvo.
Un ejemplo de tautograma en español es el soneto de Francisco de Quevedo que comienza así: “Antes alegre andaba, agora apenas / alcanzo alivio, ardiendo aprisionado; / armas a Antandra aumento acobardado; / aire abrazo, agua aprieto, aplico arenas.” Pero no hay que remitirse a épocas pasadas para encontrar ejemplos de tautograma. Entre nosotros, el autor Mauricio Reyes nos brinda una muestra de su producción: un diálogo ficticio en el cual utiliza la letra C, luego pasa a la D, continúa con la letra A y vuelve al uso de la C. Llama la atención que el texto de Reyes no carezca de sentido, defecto que con frecuencia aparece cuando se escriben tautogramas de cierta extensión. Dice el diálogo de Reyes:
Pregunta: —¿Cómo consigue crear caligrafías comenzadas con caracteres comunes?
Respuesta: —Consigo crear ciertas caligrafías curiosas congregando conceptos castizos comenzados con C; claro, concentrándome completamente. Comprenderá cómo complícase complejo cometido cuando confrontamos conjunciones copulativas cortas. ¡Cuántas carencias complicadas! Cosuetudinariamente compongo con cierto contexto composiciones coherentes, críticas circunstancialmente cáusticas.
Pregunta: —¿Cuánto conlleva completar cada compilación?
Respuesta: —¿Duración, dice? Difícil decírselo. Dúdolo. Depende del diagnóstico, del discurso, del diccionario debido. Definitivamente, de distintos delirios demoníacos difusos. Depende de decidirse. Digamos… diseñar disertaciones decorosas demanda dos días, descontando determinados domingos de descanso.
Pregunta: —Compilación calificada como completa… ¿cuál columna, cuento, carta calificaría como central?
Respuesta: —Aprecio algunos artículos armé apilando abundantes aes. Ahora aporto: Agustina Albertini, afamada actriz argentina, apabullada acabó arrojándose aparatosamente al aire austral. Algún artículo adicional atinente a Antanas, alcalde atípico: aireó asépticas asentaderas ante abigarrado auditorio. Completo cierta compilación cuantiosa con cuentos, comunicados, con cartas, conferencias, ciertas crónicas chinas curiosas, contemplando comercios callejeros, caligrafías, cambios climatológicos, comida china, cuestiones confucianas, cultura cotidiana, costumbres conyugales. Concluyo.
Pregunta: —Cuarta cuestión: ¿Contempla crear cierto contenido, capítulos correlacionados como cuentos?
Respuesta: —Claro.
Otros juegos de ingenio en la lingüística son los ‘palíndromos’: palabras o frases que se leen igual al derecho y al revés. Ejemplos sencillos son: “anilina”; “ananá”, “Neuquén”, “reconocer”, “Menem”. Alargando un poco más el texto, se cita la conocida frase: “Dábale arroz a la zorra el abad”. También son palíndromos “No subas, abusón”; “Oí lo de mamá: me dolió”; “Sometamos o matemos”; “Yo dono rosas, oro no doy”; “Lavan esa base naval”; “No traces en ese cartón”; “¿Será lodo o dólares?”; “Logra Casillas allí sacar gol”. Al jugar con el idioma hay que tener en cuenta los ‘semipalíndromos’, llamados también ‘palabras bifrontes’. Leídas al revés tienen distintos significados: “Adán – nada”; “amor – Roma”; “animal – lámina”; “rata – atar”; “ratón – notar”; “zorra – arroz”. Jugar con el lenguaje no debe confundirse con abusar de él.