, me he esmerado siempre por dejar en alto mi formación pedagógica impartida desde esa escuela pública que seguí en formación a nivel superior en la Universidad del Atlántico, es decir, me siento muy orgullo de decir que soy un profesional de alta calidad formado por una educación pública.
Pero hoy, mi corazón se hincha al conocer el otorgamiento y reconocimiento de alta calidad dado por el Ministerio de Educación Nacional (MEN) a mi institución en Barranquilla, Escuela Normal La Hacienda, por 8 años más para seguir formando jóvenes de Colombia con una educación pública de calidad. Una formación pedagógica superior, es decir, un bachiller pedagógico (maestro) con nivel superior en formación normalista.
Pero recuerdo aquellos tiempos en donde nuestra guayabera azul, era el símbolo representativo de esa alma mater en el ayer, municipio de Barranquilla. La disciplina impartida en la primaria por el padre Neftalí Tobón, que su estatura pequeña representaba y formaba de gran altura, una disciplina intachable, junto a mis maestros de primaria Salomón Pardo, Jorge Ibáñez y de secundaria que marcaron en mí la línea de la disciplina, el respeto, orden, y honestidad, que hoy promulgo en mi escuela como docente normalista. Eran otros tiempos, dirían los “modernos”, donde el respeto y obediencia al maestro, era de todos, de madres, padres e hijos. Donde el llamado de atención era casi una orden a seguir. El ejemplo a seguir es el que se muestra.
Pero hoy, todo es diferente, la llegada de profesionales no formados como maestros o pedagogos, no permite avanzar como se quisiera, no es lo mismo estudiar para enseñar que estudiar para aprender. Esa es la diferencia con los normalistas. Algunos llegan al magisterio obligados por el desempleo reinante y ascendente en nuestro país, y otros, permanecen menos en su nombramiento, porque llenar planillas, preparar clases, auditar planes de aula, reevaluar planes de área, citar y disertar con los padres de familia no es para todos. Sé y estoy seguro que habrá excepciones, pero serán solo eso excepciones.
No en vano la rama de medicina exige para una especialización en esa misma rama el título de médico general para aspirar a un cupo de especialización.
Ante de mi olvido, quiero extender mi orgullo y felicitaciones a la comunidad educativa a la Normal de San Juan del Cesar, quien también fue exaltada en su labor con una acreditación igual en calidad educativa y en formación superior. Felicitaciones a mis compañeros docentes de esa institución de las pocas que aún quedan en seguir formando a los maestros y maestras que tendrán la responsabilidad, sin mordaza, de formar a los futuros líderes y lideresas de nuestro país. Felicitaciones a esa generación guajira de maestros que también tuvo la oportunidad de ser capacitados en el atlántico por mi Escuela Normal ¡Adelante normalistas!