Se viene la operación más grande del Gobierno Duque para repartir mermelada, con el fin de comprar congresistas para clavarnos una reforma tributaria regresiva e inhumana, justo cuando los colombianos afrontamos el peor momento económico de nuestra historia; con una pandemia desbordada, en su tercer pico y con la amenaza de un cuarto y hasta un quinto, por la demora en la vacunación; un escenario patético que cobrará muchas más vidas y terminará de quebrar a más sectores, en esta compleja situación el presidente Duque nos tiene como regalo de despedida la tercera tributaria de su gobierno que va, literalmente, a arrasar con lo poco que deje el coronavirus, aunque la quiere disfrazar con el eufemismo de Ley de Solidaridad Sostenible y el argumento es que hay que subsidiar a los sectores más necesitados; el gobierno necesita 6 billones de pesos para estos programas y va a recoger 33 billones, entonces el sofisma de los programas sociales, como el tal Ingreso Solidario, que es concretamente una limosna, es puro cuento, él sabe que no lo puede desmontar porque se convirtió en otra arista asistencialista y populista, como hizo Andrés Patraña con Familias en Acción y se volvió permanente, lo que permite manipular un sector que provee votos, entonces prefiere sacrificar a la clase media que es la que llevará del bulto.
Todavía están frescas las palabras que repetía Duque en campaña, “No pondré más impuestos”, pero como todo lo de este gobierno, hizo exactamente lo contrario, le aplicará IVA a la gasolina que automáticamente subirá todo, también va a gravar los servicio públicos de los estratos 4-5-6, el pollo y los huevos, las toallas higiénicas, motos y carros usados, a computadores nuevos, a los creadores y artistas; va a aumentar la base de declarantes y contribuyentes del Impuesto de Renta a partir de $2.400.00; los pensionados tampoco se salvan, todo el que tenga una pensión mayor a 4.800.000cae.
Esta reforma tributaria va a incentivar la importación de alimentos en volúmenes, aún más altos de lo que estamos viendo, por la alta carga tributaria a los insumos, lo que terminará dehundiral sector agropecuario, pero como ellos insisten en votar por el que diga Uribe como unos ovejos de su corral, es mejor que vayan comprando otro frasco de vaselina porque la clavada va a ser monumental. Mientras tanto, en exenciones se van 65 billones de pesos de grandes empresarios, en corrupción se van 50 billones, en evasión otros 50 billones y ni hablar del gasto ineficiente del estado; así como las 8.000 iglesias con sus sacerdotes y pastores que deben estar muertos de la risa porque no van a pagar un solo peso de impuestos ¿Saben por qué? Porque tienen poder, cuentan con congresistas y manejan los votos de los fieles.
Así vistas las cosas, Colombia se convertirá en una caldera que pueda explotar en el 2022, por los altos niveles desempleo, inseguridad, con un sistema de salud colapsado, sin educación y la corrupción galopando por todas partes. Se vienen tiempos difíciles y es ahora cuando debemos pensar en lo que han hecho los últimos gobiernos para llevarnos a este caos y castigarlos con el voto en las próximas elecciones, incluidos los congresistas que se presten para semejante asalto al ciudadano. Y algunos decían que nos íbamos a convertir en Venezuela.