Muchos se preguntarán la razón por la que Colombia se encuentra en condiciones tan deplorables. La respuesta es una sola: Por los presidentes que han gobernado el país en los últimos 30 años; todos, de alguna manera pusimos nuestras esperanzas en unos u otro mandatario creyendo en su talante de estadistas o en su estructura ética, pero nos equivocamos.
En el año 90, cuando asumió César Gaviria, impulsado por un delfín inexperto como Juan Manuel Galán, tuvo muchos desatinos de gobierno, una de sus perlas fue aliarse con delincuentes (Pepes) para capturar a Pablo Escobar; además de la apertura económica que quebró muchos sectores y otras arandelas que para nada nos acercaron al futuro, como vendía su eslogan; como expresidente, desde la jefatura del Partido Liberal, se ha convertido en el tipo más politiquero y sucio, para colmo, los Pandora Papers evidenciaron que es un evasor de impuestos.
Ernesto Samper, es conocido de todos que llegó al poder con los dineros sucios de la mafia, se sostuvo comprando el Congreso y encarcelando a algunos colaboradores de su campaña, valiéndose de la Fiscalía de la época.
Luego llegó el célebre delfín Andrés Pastrana, quien resultó peor que su antecesor, además de recibir dinero de la mafia, los chantajeó con no extraditarlos para que culparan a su acérrimo enemigo Samper. De Pastrana hay de todo, desde evasión en los Pandora Papers, hasta vuelos no explicados en el avión del violador de niños Jeffrey Epstein, para no mencionar El Cauguán y otros innumerables desaciertos de su gobierno.
Después aparece en escena Álvaro Uribe con la bandera antiguerrilla, que desencadenó una de las peores tragedias de nuestra historia reciente; 6.402 casos de falsos positivos, aliados parapolíticos, su pasado paramilitar, fraude procesal de sus abogados, Yidispolítica, chuzadas, en fin, todo esto sumado a los escándalos de corrupción de sus asesores más cercanos, quienes terminaron presos.
Juan Manuel Santos tampoco se queda atrás con un abanico de escándalos como la financiación de Odebrecht, su vinculación con los Ñoños para ganar la segunda vuelta, la compra de votos y sus ministras Gina y Cecy, quienes dejaron una huella de corrupción imborrable.
Para terminar, es necesario mencionar a uno que no es expresidente, pero que desde ya se postula como el peor por su inexperiencia, Iván Duque, que deja un país descuartizado con motosierra en todo sentido, con ráfagas de corrupción, violencia, desempleo, pobreza. Su falta de liderazgo desembocó en la peor crisis de país en mucho tiempo.
La desgracia de Colombia además de la violencia y el narcotráfico, han sido sus expresidentes.