Por Jacobo Solano C
Los arhuacos siguen en pie de lucha por la Sierra, ya van varias semanas de la denominada ‘Minga por la vida’ una protesta por la sostenibilidad de nuestro mayor ecosistema, en medio de su peor amenaza, por culpa de un Gobierno indolente, al que solo le interesa entregar nuestros recursos naturales para satisfacer a multinacionales hambrientas de dinero, como está ocurriendo en Santander, donde acaban de entregarle a un grupo árabe zonas cercanas al Páramo de Santurbán, algo que terminará por afectar el abastecimiento de agua de Bucaramanga y los pueblos circunvecinos. Por otra parte, está la minería ilegal que llega al 80% de la que se hace en el país y está regada por toda la geografía, contaminando fuentes de agua y deforestando a marcha acelerada; en Antioquia, Chocó y Cauca, los ríos están contaminados de materiales pesados, especialmente de mercurio que pone en peligro la vida de sus habitantes.
Por todo lo anterior es tan importante que las comunidades indígenas sigan fuertes y unidas por la salvación del territorio, aunque muchos racistas saquen el desprecio por los semejantes y se incomoden hasta por verlos recorriendo la ciudad o protestando en las calles, llegan incluso a ser violentados como hicieron las autoridades en la Gobernación del Cesar. Es cierto que al interior de la comunidad hay problemas como en cualquier conglomerado y que ellos tampoco son ajenos a la tala de bosques y a otras prácticas ancestrales dañinas, pero es mucho más lo que hacen por salvaguardar el territorio, cuidar las especies, las cuencas de los ríos y proteger la tierra, lo que no hace el hombre blanco, especialista en contaminar, sin conciencia del peligro que corremos al quedarnos sin agua. Los proyectos estratégicos de minería en la Sierra no pueden ser permitidos y mucho menos la minería ilegal. Hasta la represa de Besotes, que algunos ven como la redención, podría impactar una zona virgen, llena de paraísos naturales que deben ser protegidos porque se convierten en patrimonio de todos los colombianos; lo que pasó en La Guajira con la represa del Ranchería en manos de un Estado corrupto e irresponsable, debe servir para no cometer el mismo error, el agua no se protege embalsándola para crear distritos de riego para unos cuantos terratenientes, se protege reforestando, cuidando la cuenca sin desvíos ilegales y educando a las nuevas generaciones. La institucionalidad, encabezada por el ministro de Interior, Guillermo Rivera, estuvo en Valledupar diciendo lo mismo de lo mismo, sin comprometerse a nada. Los arhuacos no deben tragar entero y sí exigirle garantías al presidente Santos quien solo viene a hacer show para posesionarse ante los mamos; pero cuando se le requiere para una reunión importante sobre temas neurálgicos, no aparece, menos mal esta pesadilla de Santos ya está llegando a su fin.
Es necesario seguir todos en alerta, más aún los que nos gusta visitar la Sierra y entendemos el verdadero valor de este ecosistema en peligro, no podemos bajar la guardia, la minga debe continuar hasta que hayan compromisos claros y serios, que no nos vayan a meter gato por liebre.