El municipio indígena de Manaure está estancado a pesar de la riqueza natural que dispone para explotación económica. A Manaure no lo corrompió la sal, sino la corrupción, por el mal uso de regalías, recibida por concepto de gas. Cuando Manaure era corregimiento de Uribia, al iniciar la cosecha de sal, comenzaban a repartirse y distribuirse, espacios de las únicas dos charcas existentes en metros cuadrados por familias indígenas wayuú tradicionales, con pocas diferencias y respeto democrático participativo.
La explotación de la sal no se realizaba con maquinaria, sino de manera artesanal con pico y pala para extraerla, apilarla y transportándola en carretilla y a lomo de mujeres indígenas para la comercialización de esta.
La explotación se llevaba a cabo una vez al año, rebosando de alegría, por movimientos financieros y constantes. Era notoria la felicidad que se reflejaban en los indígenas, consumiendo cerveza y whisky, con los recursos originado de la venta de sal, extraídas de las charcas. Los indígenas vendían la sal a la Concesión de Salina, entidad pública administrada por el Banco de la República.
También les comercializaban con personas particulares por dinero, mediante trueque o intercambio con otros productos, alimentos, bicicletas, enseres y hasta vehículos automotores. Eran tiempo de prosperidad para los explotadores del mineral, tiendas, restaurantes, bares, transportes colectivo-mixtos que viajaban en las madrugadas a la ciudad de Riohacha, con mi tío político Manuel Barliza, por la irrigación del dinero que circulaba en la población, a manera bonanza o invierno manaureros.
En vista de auge que tiene la sal se incrementó el número de charca, para lograr mayores ingresos y progreso, decidieron de manera unánime y solidaria, como nunca, impulsar la municipalidad de Manaure, para segregarla de Uribia, aprovechando que dos de sus hijos, uno liberal y otro conservador, Manuel Marcelino Mesa Mengual y Cayo Palacio, lograron mediante ordenanza 015/1973, que comenzó a regir, a partir del 1 de octubre de 1974, a un año de la aprobación del municipio de Manaure.
En 46 años de ser Manaure municipio, no ha crecido en proporción y correspondencia, a los medios económicos recibidos para mejorar consecutivamente con la extensión en áreas de explotación, incrementadas en más del 2000 x 100, sobre la relación de dos charcas que existieron explotadas una o dos veces al año.
Además, tuvieron la dicha del reconocimiento de las regalías, por concepto de la explotación del gas en plataformas marítimas, gracias a las gestiones y debates, emprendido, por el exsenador Rodrigo Dangond, consolidado en los ministerios de Mina y Hacienda.
La llegada de regalías al municipio no ha sido bendición como lo ha sido la sal, más bien puede traducirse en una maldición, por el mal uso que le han dado y le siguen dando, en diferentes administraciones de alcaldes, derrochando, despilfarrando y se roban en complicidad con concejales durante periodos de gobiernos sin prever consecuencias caóticas que hoy viven.
Las regalías se están extinguiendo por disipaciones legales que de hecho afectaría, no al bienestar de Manaure, sino al bolsillo de quienes conforman coalición de gobierno. Lo más grave, enfrentamientos, personales y familiares, por intereses caprichosos y ridículos, sobre la realidad de lo que puedan percibirse, sobre la construcción de un emporio económico, alrededor de la sal y los miles, subproductos derivados en transformaciones del condimento natural, más consumido en: seres humanos, animal y vegetal.
Qué ganan algunos manaureros, obstruyendo operaciones, de producción primaria, comercialización y limitando los transportes terrestres del referenciado producto, a quienes no eran oriundos del citado municipio. Manaure no debe ser inferior a los municipios de ingenios azucareros que cultivan caña, tales como: Tuluá, Florida o Buga la Grande, cuya economía esta concentrada en la producción de azúcar.
La sal tiene más consumo que la azúcar, difieren en costos de producción, de ahí las diferencias de precios, comparativos de las ventas, en el comercio relativo.
Si calculamos promedios de consumos global, sumando utilidad de los multes derivados de la sal, deberían reflexionar y unificarse, en una sola masa, antes que mantener unas disputas estériles para impulsar el desarrollo y progreso, que está atado y secuestrado, por la corrupción y rivalidades, atrofiantes, que deben superarse, por el bienestar colectivos de manaureros.
El atraso o la prosperidad de Manaure son de responsabilidad de todos los manaureros. Eternizar conflictos y disputas, por intereses personales y familiares como viene ocurriendo es perder de por vida, con cualquiera que la gobierne.
Si no se supera la maldita práctica de corrupción que reina no habrá forma de salir del precipicio y estancamiento en que viven. ¿Por qué no ganar?