La lucha reivindicante de las 148 mujeres quemadas al interior de una fábrica de textiles y maquila en los Estados Unidos de América porque se encontraban encerradas en la misma, fue el cordón detonante que aun recorre los pueblos y países del mundo.
La proclamación del 8 de marzo como día internacional de las mujeres, fue el aval legal que permite hoy ver mujeres en las calles reclamando, igualdad, derechos, protección y seguridad para el ejercicio de su labor en una sociedad que se autodenomina incluyente.
Sin embargo, las cifras de feminicidios, maltrato, discriminación y acceso a la educación y trabajo no son nada alentadoras. Aún falta mundo por convencer y mucho por luchar. Pero, debemos recordar que solo con la unión nace la fuerza y, con ello, la exigencia de derechos. Necesitamos más mujeres empoderadas de poder y mando, pero para ello necesitamos luchar con un factor, que quizá no sea la cúspide del problema, si es un factor incidente en suascenso de importancia en la escalera de la sociedad Colombia: la inteligencia.
El acceso a una educación de calidad en cualquiera de sus niveles es cada vez menor con presencia femenina, la tenencia de hijos antes o durante una etapa de capacitación se convierte en un marcador de deserción muy alto. Y, por ende, una mujer capacitada y preparada menos. De inmediato, podría incidir en un futuro de oscuro de trato, de desarrollo familiar y personal acorde a los designios divinos y sagrados que toda mujer debe obtener de quien es su espejo y acompañamiento humano.
La presencia de una mujer en cargos públicos de relevancia, de decisión, de dirección y liderazgo, es cada vez menos en nuestro grupo humano, se están quedando atrás y casi en el olvido, esas 148 almas que hoy desde un universo mágico y distinto quizá se estén desatomizando, al ver que su lucha y sacrificio está quedando impresos en las páginas amarillas y polvorientas de la historia. No debe haber conmemoraciones insípidas de este día, desde la orilla sindical debe ser más activa, debe haber más escuela, debe seguir sembrando la semilla del empoderamiento y seguir conquistando igualdad de derechos y de posición en cargo de importancia social. No al maquillaje perfecto que disimula la tristeza del alma.