Recordarles a todos los lectores que la primera semana del mes de agosto, se conmemora en el planeta ‘La semana de la lactancia materna’.
La lactancia materna es un hecho biológico sujeto a modificaciones por influencias sociales, económicas y culturales, que ha permanecido como referente para los bebés humanos desde los orígenes de la humanidad, tanto si se trata de leche de la propia madre o leche de otra madre.
La leche materna contiene todo lo que el niño necesita durante los seis primeros meses de vida, favoreciendo su crecimiento, maduración y salud. Muchos de los componentes de la misma se encargan de protegerle mientras su sistema inmunitario completa su desarrollo, protegiéndole de enfermedades como catarros, bronquiolitis, neumonía, diarreas, otitis, infecciones de orina, etcétera; además de enfermedades futuras como asma, alergia, obesidad o diabetes, y favoreciendo el intelecto.
La lactancia materna reduce los riesgos de enfermedad del infante, ya que estimula su sistema inmunitario. El sistema inmunitario del recién nacido es menor al de una persona adulta, así que la leche materna debe ser considerada como la primera vacuna que se recibe en la infancia, ya que protege contra numerosas infecciones a las que una persona está expuesta durante su primer año de vida. Durante la lactancia se desarrolla y se activa un sistema eficaz contra Eschericha. coli, Salmonella, Campilobacter, Vibrio cholerae, Shigella y Giardia. lamblia.
Una infección que se previene o reduce su frecuencia gracias a la alimentación con leche materna es la gastroenteritis, la más importante por lo menos en países en vías de desarrollo. Esta enfermedad es muy rara en los lactantes que se alimentan solo de leche humana. La enterocolitis necrosante, por otra parte ocurre con menor frecuencia en los alimentados al seno que en los que reciben leche de vaca. Además la leche materna proporciona protección contra el cólera. Muchos estudios señalan que hay una menor incidencia de infección respiratoria en niños alimentados al seno. Otra razón obvia para mayor incidencia de gastroenteritis debido a la alimentación con fórmulas es la contaminación de botellas, teteros y chupos, así como por mal almacenamiento. Por su parte, el botulismo infantil se limita virtualmente a los lactantes alimentados con leche industrializada. El menor riesgo de muerte infantil súbita en niños alimentados al seno no se explica por completo.
La lactancia materna es la forma óptima de alimentar a los niños, ella proporciona los nutrientes que necesitan de forma equilibrada, al tiempo que protege frente a la morbilidad y la mortalidad debido a enfermedades infecciosas. Los niños amamantados tienen un menor riesgo de mal oclusión dental y la investigación ha demostrado que existe una relación entre la lactancia materna y mejores resultados en las pruebas de inteligencia. La lactancia materna también ayuda a mejorar la salud materna, ya que reduce el riesgo de cáncer de mama, cáncer de ovario, hipertensión y enfermedades cardiovasculares.
Según la OMS y la Unicef, a partir de los dos primeros años la lactancia materna puede extenderse hasta que el niño, la niña o la madre decidan, sin que exista ningún límite de tiempo. La lactancia materna es una de las mejores inversiones para salvar la vida de muchos niños y niñas y mejorar la salud y el desarrollo socioeconómico de individuos y naciones. Crear un entorno propicio para la práctica óptima de alimentación de lactantes y de niñas y niños pequeños es un imperativo social.
Podemos encontrar diferentes tipos de leche producidas por la glándula mamaria: Calostro: fluido amarillento y espeso, rico en proteínas, vitaminas liposolubles (E, A, K) y minerales como zinc, hierro, selenio, manganeso y azufre. También tiene un elevado contenido en inmunoglobulinas (IgA) entre otros factores defensivos que protegen al bebé al inicio de la vida. Su producción dura unos 4 días después del parto.
Leche de transición: es la que se produce entre los días 4 y 15 después del parto. El inicio de este tipo de leche es el que denominamos la subida de la leche, y su volumen y composición irán cambiando hasta alcanzar la composición de la leche madura.
Leche madura: es un alimento completo ya que contiene agua (88%); proteínas en cantidad adecuada para el crecimiento óptimo del niño, con una fuente importante de aminoácidos esenciales; hidratos de carbono, con la lactosa como principal azúcar entre otros oligasacáridos; grasas, que se encuentran en una proporción elevada (40-50%) ya que será la principal fuente de energía del bebé. También contiene todos los minerales y vitaminas que el niño necesita.
Es raro que en nuestros diarios del día a día no aparezca un titular haciendo apología a muertes de niños de nuestras etnias indígenas por desnutrición o enfermedades asociadas a ella; toda cesaría si los responsables de la toma de decisiones reconocieran la contribución de la lactancia materna a la seguridad alimentaria y la sostenibilidad ambiental.
Vale resaltar la labor del Icbf, que teniendo como base el respeto de las costumbres, ha desarrollado en agosto, mes de la lactancia materna, una serie de actividades con las mujeres y madres beneficiarias del instituto sobre las bondades que tiene este alimento y los beneficios que les genera a los menores durante los primeros seis meses de vida. En plena pandemia, dentro de todo este componente de atención telefónica y virtual se destaca el trabajo que están realizando nutricionistas, las madres comunitarias y agentes educativos, quienes lideran estas jornadas de acompañamiento por medio de actividades en las que se destaca la importancia de brindarle leche materna de manera exclusiva a los menores de edad durante sus primeros 6 meses de vida, el aporte nutricional que tiene este alimento y cómo esta práctica fortalece el vínculo afectivo de la madre con el bebé, felicitaciones por esta gran labor.
“El acto de amantar, crea un vínculo entre la madre y su bebé, que mejora el desarrollo y autoestima en la infancia y la adolescencia”.