Todo ser humano, independiente del género sexual o condición personal, debe respetársele la libertad, determinación voluntaria y desarrollo personal.
Es deprimente la situación que viven las mujeres asiáticas y africanas por tradiciones, costumbres ancestrales y órdenes de sectas religiosas y políticas, que malinterpretan el valor femenino en la convivencia social, como viene ocurriendo en algunas naciones, repúblicas y estados.
No deben existir diferencias extremas entre hombres y mujeres. Es necesario abolir dogmas conservadores y ortodoxos, que predominan violando y vulnerando derechos a la mujer, inducidos por pensamientos ideológicos, utilizadas para maltratar y humillar la columna vertebral de familia.
Mujeres maltratadas y violentadas necesitan de la solidaridad mundial frente al estado de opresión en que viven acorralados en entornos sociales y políticos, tratada como objeto y servilismo, sumisas, controladas.
Es horroroso escuchar testimonios de víctimas, sin atenciones ni reconocimiento de derechos, ni de sus hijos que nacen de sus entrañas. El accionar de la mujer en hogares es terrible e indeseable, esclavizante, riguroso e intimidante.
Basta de tanto silencio y miedo en lo relacionados con atrocidades crimina- les, vejámenes e infamia; perversas prácticas fundamentadas en ideologías ortodoxas que castigan con muertes, como ocurre con el islamismo musulmán. La dignidad humana está por encima de cualquier contenido textual que prediquen y practiquen políticos religiosos que gobiernan.
Las niñas no deben ser objeto comercial de padres, vendiendo las hijas a quienes les interesen, sin mediar gusto ni consentimiento femenino. Las mujeres nacen sin derecho a enamorarse y escoger su marido. Este se lo imponen sus padres y deben admitirlo sin reproche.
A partir de los 10 años las ofrecen en ventas y acuerdan negocios matrimoniales mediante ceremonias nupciales. Las niñas quedan bajo la custodia del padre, corriendo el dueño de la niña con los gastos de manutenciones, aseos y otros. Como está comprada, el propietario puede llegar en cualquier momento para llevársela, utilizarla sexualmente y dejarla nuevamente con sus padres hasta que la muden.
La mujer comprada queda sujetada a parir y criar hijos, muchas veces no deseados, por indignación y carencia de amor. Debe permanecer aislada, sin relaciones interpersonales. Les toca eximirse y cuidarse de tentaciones, provocaciones, aventuras con hombre no familiares, ni pareja. Si la descubren, le hacen juicios y las asesinan para generar miedo y escarmiento de cumplimiento.
Los hombres pueden comprar y mudar cuantas mujeres quieran, siempre y cuando dispongan de medios económicos para sostenerlas. Cuando deciden dejarlas sin razón motivadas, estas se van de regreso al hogar de los padres o a la deriva. No le dejan llevar sus vestidos, ni prendas femeninas porque fueron compradas con dinero del marido. A los hijos les queda prohibido las comunicaciones y relaciones con la madre biológica, aceptando la madrasta que la sustituye.
¿De dónde nacen los hombres de aquellos países cuyos varones y gobernantes irrespetan y castigan severamente a la mujer? ¿Por qué no defienden y valoran a las mujeres en condición de hijos y padres? ¿Qué amor predican y practican?
Las mujeres de Afganistán, Irán, Irak, Líbano, Arabia, Siria, Corea del Norte, entre otras, víctimas de régimen totalitarios, secuestros y ataduras, no se les permite el glamur ni maquillajes en el rostro, ni uñas pintadas. Matan a las mujeres mediante ahorcamiento, fusilamiento de armas de fuego o a pedradas de manera pública. Cuando las mujeres de los citados países observan y experimentan otras formas de trato, respeto y costumbres a favor de la mujer, en Europa y América Latina, anhelan gozar de los mismos derechos que los hombres, protegidas por disposiciones legales y tener un sistema de gobierno democrático no dictatorial que las libere del infierno en que viven.
Debe aprobarse en la ONU un acuerdo que regule el respeto, sobre todo la igualdad en libertad de las mujeres, lo relativo a protección y amparo del derecho humanitario frente a torturas.
Es pertinente zanjar indiferencias mediante concertación de naciones, para globalizar reglas de conductas universales, sujetas al cumplimiento de respeto y protección de derechos humanos en regímenes absolutos que las degradan.