Hace 4 años presidente Duque llegó al gobierno con una gran bandera, la economía naranja.
En Valledupar, algunos pensaron que por fin se desarrollaría el sector, solo basta recordar cuando se vestía de guayabera naranja acompañado por el exalcalde Tuto Uhía, hoy preso por corrupción, hablaba de economía naranja, de Silicon Valley y de muchos más temas que solo se creía él mismo; en fin, una fiesta naranja con fotos y eventos. Hoy, 4 años después, los resultados para Valledupar en temas de cultura, turismo y arte, no pueden ser peores, no dejó absolutamente nada. No entiendo cómo quieren desarrollar la ciudad y convertirla en capital creativa si no tiene teatro para una obra, estudio de animación digital, una cinemateca, escuela de actores, tampoco un museo oficial de nada y, mucho menos, una agenda cultural anual que incluya feria del libro, festival de poesía, festival de cine o una feria de arte, fotografía, encuentro de muralistas, no hay nada, solo ferias callejeras y festivales de arroz en los parques. Con este panorama, será muy difícil que Valledupar sea atractiva y, para colmo, el centro histórico cayéndose.
El legado que Duque le deja al Cesar es una generación de tecnócratas corruptos y sedes de entidades para el mismo Estado: sede para Policía, sede para la UNP, sede para una nueva Alcaldía. Pero inversión social, cero; la ruta del sol, sin terminar; vías terciarias en mal estado; la pobreza y la inseguridad, disparadas y ni hablar del desempleo, al respecto, nuestra ciudad ocupa él deshonroso segundo lugar en Colombia, ¡que se escuche un fuerte aplauso!
Pero Duque, antes de irse, quería su última parranda, aunque el ‘Clan del Golfo’ estuviera matando policías a diestra y siniestra, había que parrandear en Patillal y así como hicieron los españoles con nuestros indígenas, cuando los engañaron con espejitos; a nuestros juglares les entregó medallitas y todos cantaron felices, hasta mi padrino Rafael Manjarrez se prestó para eso. Duque no fue capaz de invertir un solo peso en el Parque de la Leyenda Vallenata que necesita camerinos, plazoletas, recuperar el humedal, parqueaderos, paseo de esculturas, bibliotecas, salones y muchos más acabados que conviertan ese espacio, hoy abandonado, en símbolo de desarrollo cultural de la ciudad.
En La Guajira, peor, el plan Guajira Azul no arrancó, la represa del Ranchería sigue abandonada, el problema del cupo de la gasolina sigue afectando a la gente, Riohacha es la tercera ciudad en desempleo. Los juglares sí que merecen un reconocimiento, pero un reconocimiento de verdad; no puedo dejar de mencionar la posición de Emilianito Zuleta, el acordeonero más grande que tiene el folclor vallenato, quien se negó a recibir semejante grosería de un presidente que engañó a Valledupar, pues no le cumplió ninguna de sus promesas, que lo único que hizo fue parrandearse la ciudad cada vez que le dio la gana y aprovecharse de un pueblo que, con su voto, confió en él.
Duele que no haya solidaridad con otros sectores del gremio del arte, pintores, escritores, teatreros, actores, bailarines y demás artistas que no reciben ningún estímulo, para el presidente, nunca existieron. Lo más triste es ver a nuestros mandatarios arrodillados, rindiéndole pleitesía. ¿Qué tal el alcalde Mello Castro y el gobernador Andrés Meza, condecorando al peor presidente de la historia reciente de nuestros país? Eso es una vergüenza. Lo único que faltó fue que llegara el gobernador de La Guajira, también con condecoración.
Duque se va, faltan pocos días para que termine la horrible noche, pero se despidió con una megaparranda que quedará en la historia como la mayor fiesta de lambonería jamás vista en el Cesar.