Por Martín Nicolás Barros Choles
La falsedad informativa, es una práctica oscura, que a todos nos afecta, en forma directa e indirectamente, traducida en engaños y estafas, generando reacciones y emociones, que aturden, exaltan y despistan; originando dudas, incertidumbres, y engaños; en los receptores, que esperan informaciones serias y veraces, pero lo que reciben son informaciones sesgadas, manipuladas, tendenciosas, distorsivas, irreales e inconvincentes; que repercuten negativamente, en las trascendencias divulgativas de manera masivas.
La imparcialidad informativa, es somera y efímera, desvirtuada por los intereses particulares, que empañan y las esquivan en favor y beneficio de unos que se privilegian con retribuciones económicas, induciendo a los inocentes e ignorantes, a las credibilidades de verdades a medias, mentiras y falsedades, de manera reiterativas y globales, en procura de resultados parcializados.
Periodistas y medios de comunicación, deben ejercer con honestidad, la prestación de los servicios informativos en: noticias, artículos de opinión, crónicas y demás; de manera transparente, objetiva, imparcial, certera y convincente; en veracidades, amparadas y fundamentados en pruebas idóneas y sólidas.
Los negocios en los espacios de los medios de comunicación, implementados y cotizados; en valor económico, es un factor que incide en favor de quienes contratan servicios publicitarios de comunicaciones y filtros protectores, sufragando las cancelaciones de pagos facturados, que justifican en el sostenimiento de los gastos, operativos y administrativos de funcionamiento. De esta forma, se puede deducir, cómo se manejan las informaciones remunerativas, donde algunas veces se paga por: denunciar, inventar, cuestionar, recriminar, censurar y hasta; por extorsionar, en procura de consecución de recursos económicos, imitando prácticas sicariales informativas y todo por la plata.
Las redes sociales con facilidades de espacios gratuitos, han neutralizado las exclusividades que venían gozando periodistas y medios de comunicación, teniendo estos, forzosamente que unirse e incorporarse en las redes, reproduciendo los contenidos de las ediciones que diariamente publican en las redes sociales, que han servido, para menguar los abusos y arbitrariedades que se direccionaban por los medios de comunicaciones. Hoy en día, cualquier persona en uso a la libertad de expresión, puede manifestarse en forma verbal o escrita, apoyadas en imágenes probatorias, opinando, aclarando y difundiendo; noticias, pensamientos e informaciones de hechos y circunstancias, en relaciones y referencias de criterios.
Parece que se comenzó a promover en los grandes medios informativos, la lucha por la erradicación de las falsas noticias, con que nos han venido engañando, durante tantos años, entre ellos, últimamente las encuestas que siempre favorecen en las publicaciones, a los que contratan el servicio de mediciones intencionales estadísticos, donde fácilmente se detectan las incoherencias e inconsistencias, amañadas y acomodadas, con el propósito y finalidad de engañar.
Las desinformaciones son aterradoras, pero resulta peor para los responsables cuando se desvirtúan, desmintiendo con reprobaciones que desboronan lo que podría creerse una verdad. Las calumnias injurias, improperios, estigmatizaciones y las especulaciones; constituyen falsas noticias y desinformaciones divulgadas por intereses, políticos, económicos, religiosos o común; originando y causando, graves daños y perjuicios morales, a las personas víctimas de las desinformaciones, que no alcanzan a repararse, aún cuando las rectifiquen y se aclaren.
En los conflictos, disputas y competencias de intereses son propicias las desinformaciones, para desmembrar, confundir, generar incertidumbre y aniquilar, debilidades de las contrapartes o por el contrario, se utilizan para emocionar e ilusionar fantasías aprovechadas para comprometer éxitos, sin asidero y en vacío, de manera recursiva, que sirvan para aliviar presiones de cumplimientos y estabilizar el estado anímico congestionado, mortificado y aturdido para no desvanecer.
Es más fácil que se caiga un embustero, que un ladrón. Del cielo a la tierra, nada se oculta y todo aparece, aun cuando una mentira repetitiva, sin objeciones ni contradicciones puede terminar incidiendo en un hecho verdadero. En las redes sociales, también abundan páginas y blog dedicados a alterarlas, con falas informaciones; pero se dispone de facilidades para rechazar y replicar, desacreditando a los autores y medios que las difunden.