Hace pocos días tuve la necesidad de manejar mi vehículo por la carretera que de Riohacha conduce al sur de La Guajira. Varias veces lo he hecho, como lo hacen habitualmente muchos propietarios de vehículos particulares, transportadores de pasajeros y de cargas, buses intermunicipales, taxis y motociclistas. Pude comprobar que, la que alguna vez fue llamada la “carretera de la muerte”, ha llegado a su nivel máximo de deplorable deterioro, sin que hasta el momento hubiese un decidido interés de parte de los responsables de intervenirla, sin escuchar el clamor de las comunidades y conductores por su sufrimiento diario durante sus desplazamientos por esta vergonzosa vía.
Transitar por esta vía es una experiencia estresante y peligrosa pues en ella se convive con los riesgos resultantes de su abandono por la desidia gubernamental, que la tiene llena de abundantes y profundos huecos, que sumados a la maleza existente al lado y lado de la vía, crean trampas mortales y sucesivas condiciones inseguras que tienen el potencial de ser- causas inmediatas de probables accidentes graves, algunos con consecuencias fatales, como los muchos que han ocurrido. Algunos datos publicados en medios.
Un par de años atrás indicaban que desde su construcción y hasta el año 2019 habían fallecido más de 300 personas en accidentes de tránsito, además de un alto número de heridos.
El tramo mas complicado de transitar, por los enormes riesgos de seguridad inherentes, es el que está comprendido entre el sector de la Florida y el corregimiento de Cuestecitas en jurisdicción del municipio de Albania. Es un tramo de solo 32.7 kilómetros, que es del resorte o está bajo la responsabilidad del gobierno departamental, pero al que en muchos años no se le ha realizado la mas elemental labor de mantenimiento, ni siquiera con paliativos de parcheo temporal de huecos, como se ha hecho en otras carreteras de La Guajira.
Este tramo vial representa la más fehaciente demostración de la indiferencia y la indolencia de los gobernantes y lideres políticos de La Guajira, quienes, al parecer, para desplazarse desde Riohacha al sur del departamento, o viceversa, toman la troncal del caribe y luego la vía que construyó Cerrejón durante la etapa de construcción de la infraestructura del complejo minero. Aun ahora que estamos en campañas proselitistas lo siguen haciendo, con la aparente indiferencia de las comunidades, las que debieran aprovechar su poder electoral para exigirles comportamientos y resultados más responsables y coherentes con sus necesidades.
La rectificación y posterior pavimentación de esta vía debería ser un tema de altísima prioridad para el gobierno departamental, por encima de proyectos de menor impacto como el embellecimiento de parques y calles en algunos municipios, o la construcción de patinódromos y piscinas; sin embargo, parece que otros son los intereses que orientan la gestión gubernamental.
Claro que se puede rectificar el rumbo de esa gestión, con la ayuda del gobierno nacional y haciendo uso efectivo y transparente de los recursos de regalías disponibles, en beneficio del bienestar de las familias y comunidades, y contribuyendo al anhelado desarrollo económico local.
Con esta vía en óptimas condiciones, además de salvar vidas, se mejorará en forma disruptiva la movilidad, con sustanciales mejoras en seguridad y menores tiempos de desplazamientos entre el norte y el sur de este territorio, generado un efecto dinamizador de la economía regional, creando condiciones para el desarrollo del turismo y la creación de empleo, al facilitarse las oportunidades de entretenimiento a las familias de las comunidades del sur de La Guajira y del Cesar, al disponer de un más fácil y frecuente acceso a las playas y sitios turísticos del norte y centro de este bello territorio, incluida su capital Riohacha, lo que contribuirá al mejorar las fuentes de ingresos de los prestadores de servicios turísticos, y finalmente se reflejará en mejoras en sus condiciones de vida.