El modernismo de hecho conlleva a cambios y transformaciones de costumbres y tradiciones que terminan pasando a la historia para recordar el pasado.
La implementación y uso de equipo tecnológico cada día fracciona la unidad de consolidación familiar en los hogares por no mantener una comunicación con atención y correspondencia de padres e hijos, compartiendo diálogos, alimentos y recreaciones sociales, culturales y deportivas, entre otras. Muy pocas veces se comparte la televisión como antes por las variedades de gustos o inapetencia, por algunos programas o por disponer de otro equipo móvil o fijo que los separen.
Las costumbres de compartir los desayunos, almuerzos y cenas constituyen tres oportunidades de sentarse y verse las caras, los integrantes del núcleo familiar que bien puede reflejarse, por lo menos los días de descanso, donde los comedores no ocupan más de tres personas, porque hasta las parejas de los hogares difieren el horario de comida o no regresan a casa por motivos de ocupaciones.
Los niños que deben disfrutar de las recreaciones y actividades físicas con juegos que estimulen las autoestimas, cultura, deporte y complacencias de manera educativa. Los juegos masivos de niños barriales y veredales, tiempos de vacaciones en hora de prima noche, desaparecieron por falta de espacios, motivación y abandono. A los niños de hoy en día ya no les llama la atención los juguetes que les regalan no solo de aguinaldo navideño, sino les compran en cualquier tiempo. Son tan precavidos que saben distinguir los equipos móviles originales y diferenciar las réplicas de los mismos equipos en juguetes. No es bueno que los niños conciban el hábito en la infancia de jugar y manejar equipos móviles de telecomunicaciones, imágenes y videos desde la tierna edad, porque de esa manera estamos permitiendo y alcahueteando los deseos de los bebes e infantes menores de 10 años, a usar y manejar de manera indiferente y sin controles los equipos de comunicaciones, observado curiosidades, detalles y programas libres de difundir, algunos no aptos para menores.
Las comunicaciones internas en la familia se han vuelto escasas y precisas, desviadas por la atracción, influencia y aficiones a las redes sociales, que mantienen ocupado a los receptores recibiendo y respondiendo mensajes, enlazados con múltiples personas, conocidas y hasta desconocidas algunas, integrada en la red de contactos. Cada miembro de la familia se concentra más en el equipo móvil para comunicarse, que dialogar en unidad familiar. Los ancianos analfabetos de esta tecnología predominante cada día se ven más aislados del mundo contemporáneo, aún cuando se acomoden en contestar una llamada de cuando en vez y conformarse con ver en solitario una televisión, sin tener con quién hablar o a quién escuchar de los miembros descendientes familiares, lo que hace conllevar a una triste vejez postrada en el olvido.
Los estilos de vida varían de acuerdo a las novedades de imitación y consumo, implementado y comercializado como producto innovador con ofertas de servicios integrados, que son de utilidad indiscutible en los manejos de educación, mercadeo y relaciones interpersonales. No cuestiono el uso y la eficiencia de los equipos móviles en la comunicación instantánea, pero no sobra recomendar límites y dedicarle más tiempo al dialogo familiar, sin la interrupción de celulares durante el término compartido. No vaya a pasar lo de la abuelita, que se alegró y se arregló temprano para recibir a los nietos que la llamaron anunciando que iban a visitarla. Llegaron a la casa, todos saludaron con abrazos y besos emocionando a la anciana. Se sientan unos en la sala, otros en la terraza jardín a darle dedo al teléfono, callados todos. Y la abuela les pregunta: ¿a qué vinieron?
No olvidemos que las comunicaciones fortalecen las relaciones en los lazos familiares con informaciones, apoyo oportuno e interactuaciones; con sentimientos afectivos y emotivos que debemos aprovechar en esta corta vida, con quienes convivimos y debemos valorar todos los días compartiendo mutuamente con los seres queridos siempre que tengamos la ocasión de disfrutarla, con amor, halago, armonía y cordialidad.