Ni Franz Kafka o su criatura, Gregorio Samsa, hubiesen sobrevividoal absurdo que constituye la sociedad colombiana, en particular asus normas para acceder a algunos servicios públicos esenciales, la salud, por ejemplo. La vacunación contra Covid-19 específicamente es una muestra del manejo burocrático y cicatero de una situación desesperada; más pensado para el negocio que de una apuesta racional por ganarle la partida a la pandemia. Las trabas para alcanzar la vacuna son inverosímiles y contrastan con puestos de inmunización vacíos. Cualquiera que se acerque a uno de ellos debe estar afiliado a una EPS o de lo contrario se irá a freír espárragos. Disposiciones como esa y obsoletos medios de identificación alejan a los parroquianos de su deber personal y social de protegerse del Sars-Cov2.
Increíble: Luego de verificar que el ciudadano está afiliado a una EPS, se le pide una fotocopia del documento de identidad ampliado al 150 por ciento. ¿Para qué semejante ociosidad si está presente el dueño del original? Pero, no se crea queya el individuo está a salvo de las disposiciones kafkianas del Gobierno nacional. Ahora debe suceder que la EPS de la persona tenga contrato con la IPS responsable de la vacunación o no puede ser vacunado. ¿No sería mejor que como enla atenciónde urgencia (y el Covid-19 con nuevas variantes lo es), no importa la EPS que cubra al interesado y ni si hay contrato de por medio (o como con la póliza del Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito que no necesita autorización alguna para ser usada)? Así no hay intermediarios para el reembolso directo a la IPS de los gastos causados.
El solicitantede la vacuna tiene que buscar en la red de su EPS dónde está habilitadopara recibir la inmunización contra Covid-19, lo que supone al menos invertir mediodía en una diligencia que debería tomar media hora.Lo ideal sería:llegó, lo inocularon y se fue. No actuar así explica en parte que a la fecha apenas va el 40% de vacunados con esquema completo (14 millones de personas de 35 millones que se deben vacunar para alcanzar la inmunidad de rebaño). En otros países, Chile, el 70% de su población tiene protección total. Gregorio Samsa estaría pasmado, no por su propia transformación, sino por ver convertido alGobierno nacional en el mejor aliado de los antivacunas, horda de desarrapados que sin ilustración alguna corean un no rotundo a las inoculaciones.
La cereza en el intento de controlar la pandemia esel negativismopara vacunar a los extranjeros sin papeles presentes en Colombia, no obstante que el gobierno mismo es responsable por su torcida política exterior de socavarle el piso a su homólogo en todo sentido, Nicolás Maduro. Ha estimulado la inmigración ilegal de venezolanos, que secifran en unos dos millones de transnacionales, la mitad de ellos sin regularizar su situación migratoria. Y como en casa depobre donde hasta a la abuela se le da por parir, ahora se nos vienen 4.000 refugiados afganos, que toca sumarlos a los 40.000 chinos, africanos, haitianos y gente de otras partes varadas en Urabá. Menos mal que ante el impase, Colombia se hace la ciega sobre el traslado de esos ilegales a Panamá. Inventiva es lo que sobra.