La contaminación es la manipulación, alteración y vacíos físicos, sustancial, destructivo, generadores de efectos nocivos manifiestos en el aíre, agua y tierra.
El descuido y maltrato al medio ambiente nos tienen en alerta y en sobre salto por los peligros que ocasiona en la vida humana, animal y vegetal. Sin embargo, algunos mandatarios como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, minimizan y desestiman las alarmas para negarse a cumplir con los protocolos, tendientes a frenar el recalentamiento terráqueo que tiene en vilo al mundo.
Las industrias mineros-energéticas, la deforestación, residuos: sólidos, líquidos. El uso de combustibles fósiles y carbón, constituyen las principales causas de contaminación que si no se corrigen y controlan oportunamente, no llegaremos al final del siglo XXII, en concordancia con los estragos y azotes que sufriremos, visualizamos y observamos por negarnos a conservar y respetar los recursos naturales.
El monóxido de carbono y la polución originado por gases tóxicos que expiden las plantas, equipos industriales y motores vehiculares, es el veneno que diariamente inhalamos de manera inconsciente y desprevenida, sin ninguna información preventiva de salud que oriente a los afectados, como consecuencia de la contaminación del aire que padece la humanidad en las grandes urbes y metrópolis, atiborrada de vehículos automotores, lanzando millonésimas partículas de carbonos que flotan en el vacío, sin deshacerse de manera rápida.
Los magnates del petróleo que dominan las organizaciones de Estado y naciones, poco les interesan los daños y perjuicios que se originan por la extracciones y uso constantes de las energías y combustiones que se generan en la actividad industrial que suministran y proveen combustible requerido y necesitado para accionar, operar, moverse e iluminar servicios domésticos, particular, públicos y privados. Es procedente comenzar a descender de manera gradual el uso de hidrocarburos, hasta prescindir del mismo, si queremos extender el ciclo de la vida.
Lo grave es la falta de consciencia e indiferencia sobre la crítica situación que nos atañe, porque los petroleros no se resignan a entender que de nada sirve amasar grandes fortunas y patrimonios con las jugosas ganancias que genera la explotación petrolera, frente al cataclismo que se nos avecina y sorprenda.
En la vida disponemos de elementos y medios necesarios que Dios nos ha concedido para disfrutarlos de diferentes formas y maneras, útiles para la salud y la convivencia en ambiente sano. ¿Por qué no haber utilizado desde antaño los mecanismos de generación de energía eléctrica con fuentes naturales, primordialmente utilizando el sol, aire, biomasa, agua y por último combustibles fósiles y carbón? Contradictoriamente comenzamos de atrás hacia delante, en circunstancias complejas, riesgosas y costosas, sin garantizar equilibrios ambientales con menos gastos en inversiones de los efectuados en las explotaciones de hidrocarburos y carbón, implementado estratégicamente como uso y consumo obligatorio generalizado, controlando las implementaciones tecnológicas y la comercialización del servicio monopolizado.
El Distrito de Bogotá y la ciudad de la Eterna Primavera (Medellín) están declarados en alerta amarilla por contaminación del aire. El humo contamina el oxígeno, incrementando los daños respiratorios que requieren de atención urgente emergente. Pero las dos principales de Colombia, no son las únicas que están padeciendo el terrible mal que cobra más vidas humanas que el homicidio, cáncer y Sida. El problema es global, mancomunado con las activaciones de fenómenos naturales sísmicos, cuyas furias impredecibles nos facturan las cuentas de nuestras acciones irregulares, indebidas, desproporcionadas y abusivas con la naturaleza y el medio ambiente, destruyéndola y degenerándola sin retribución de conservación. La propiedad privada, las ambiciones expansiones y las explotaciones económicas desmesuradas y de mala fe, contribuyen al desastre ambiental que nos tensiona e inquieta.
La responsabilidad con el medio ambiente es de todos, sino lo cuidamos con amor y sentido de pertenencia, protegiéndolo de acciones dañinas como deforestar, manipular las fuentes hídricas, no controlar la emisiones de gases, no sustituir el uso de energía tradicional y llevar a cabo explotaciones de petróleo con tecnología fracking, el problema se nos vuelve mayor, en circunstancias irreversibles, si las autoridades competentes y facultadas en el asunto, no velan y atienden la conservación natural del mismo.