La ambición es un deseo ardiente de riqueza o de poder de una persona con lo ajeno (lo ajeno es de su dueño). mi derecho llega hasta donde comienza el derecho de los demás.
El abuso de poder en lo público es más delicado que en lo privado. La ambición casi siempre se amaña en lo público, siendo esto sagrado para la comunidad, donde se establece el interés general (cosa de todo) y no un interés personal de bolsillo. En el sector estatal la cultura del dinero fácil se impone.
La ambición es lo que induce al corrupto a saciar lo que no es de él y la corrupción es lo contrario de la honestidad. Para el corrupto el honesto es tonto.
La ambición tiene que ver con la avaricia y con la codicia. La avaricia es una actitud desmedida de acaparar, poseer sin pensar en los demás y la codicia es un deseo insaciable de riqueza, de tener y obtener dinero y bienes no importa que sean ajenos.
La ambición es pegajosa, es por eso que se expresa que el que está en la miel algo se le pega, dice un adagio sobre todo en lo público. El servidor público no puede ser ambicioso, porque su función es de interés general.
Existe una relación entre la ambición y la necesidad. La ambición es lo contrario de la necesidad; la ambición es del avariento y la necesidad es del necesitado. Es por esta razón que lo que le roban al Gobierno, lo necesita el pueblo. La ambición es de lo injusto, la necesidad es de lo justo.
En Villanueva había tres pordioseros que vivían en el barrio Hormigueral. Carlito ‘El Saco’, Chema Camargo y Toño Palacio, señores muy pobres que de la mano de Dios usaban su saquito para pedir limosna, con tanta necesidad que nunca tuvieron ambición, pedían la limosna echando versos, cantando y narrando un cuento.
Carlitos cargaba un pequeño costal y cada vez que le daban una limosna tiraba un pase y echaba un verso que Dios se lo pague. Toño Palacio era un gran repentista verseador muy chusco y poeta que siempre verseaba sobre la nada. Decía “el que esté necesitado que me busque, que tengo el carrito de Nando un ratico a pié y otro caminado, alguna hembra pa’ darle un dote; tengo tierra pero en las uñas, tengo gana´o pero el infierno, tengo vaquita pero en el cayo de los dedos de los pies, tengo puerco pero el fundillo, estoy rico pero de deuda, tengo cuenta de ahorro pero con los bolsillos rotos, con la mochila de cuero vacía y con hambre”.
Chema Camargo, marido de la repolluda si cargaba un saco grandecito, pero medio vacío; cuando le daban una limosna cantaba las canciones del gran juglar Chico Bolaño ‘El merengue, ‘El padre Serrano’ y el son ‘El coito’. En ellos solo había necesidad por pobreza absoluta, donde tenían que llevar algo de comer a su familia. A ellos se les rompía el saco no por la ambición, sino por lo viejo.
Nadie está obligado hacer lo que la necesidad no manda, dice un proverbio. El abuso de poder en los recursos públicos se convierte en interés personal, es por eso que hay que controlar la ambición del deseo para no caer en la corrupción.