En la linda tierra que oficialmente se llama Santo Tomás de Villanueva, donde anualmente se celebra el grandioso Festival Cuna de Acordeones, nació Ildefonso Ramírez Bula, este sencillo, humilde, pulcro y sobre todo, noble personaje que no conoce la envidia, ni la soberbia, trabajador incansable y muy de su casa.
Abrió los ojos por primera vez el 5 de septiembre de 1951, a las 5 de la tarde exactamente, recalca Ildefonso. Su madre se encontraba pilando maíz para las arepas del desayuno en el momento que le llegaron los dolores de parto.
Sus padres llevan por nombres Rafael José Ramírez Vallejo y Eusebia Bula Díaz. Sus hermanos son Ilbia Rosa, José Rafael, William, Edilsa, y Ángel Ramírez Bula, Nelly Rafaela es su hermana de padre. El nombre de su esposa es Flor María López Torres. Con ella trajo al mundo a 4 hijos: Tomás Rafael, Idelfonso, Eusedes, y Jose Roberto Ramírez López. Fuera del matrimonio están: Ricardo e Ilde Rafael Ramírez Torres. Actualmente, convive con una digna y honorable compañera con la que aspira estar hasta el fin de sus días, ella se llama: Noralba Ramírez Martínez.
Sus estudios de primaria los realizó en el Liceo Colombia, en su natal Villanueva; el bachillerato en el Colegio Nacional Roque De Alba, de esta misma población.
Una anécdota inolvidable que recuerda fue cuando comenzó sus estudios primarios a la edad de 8 años, aprendiendo las letras del abecedario le entregaron la cartilla No.1 ‘Alegría de leer’, dice Ilde que creyó haberla corregido. “Cuando pensaba que me las sabía todas para pasar a la cartilla No.2 le hacían un examen preliminar, consistía en una prueba de lectura al azar, se abría la cartilla y en la página que salía se debía leer”, el profesor Gumersindo Peñalosa abrió el libro y le dijo lea aquí. “Leí enseguida: ‘Papá coloca tabaco en la pipa’, le repliqué al profesor que eso era incorrecto, Él contestó, ‘porque Ramírez’; porque ahí dice: ‘Papá coloca tabaco en la pipa’, y no es así, debe ser: ‘Papá coloca tabaco en la barriga’, porque no se dice pipa, sino barriga. Claro está, dice Ildefonso que “yo no conocía el dibujito, ese que estaba en la hoja de la cartilla que era donde los ancianos ponían el tabaco para fumarse sus pipas, yo desconocía eso”.
Agrega que “desde muy joven me dediqué a la docencia. Los primeros dos años como maestro los laboré en la escuela rural de la montaña de Villanueva, luego fui trasladado al casco urbano de mi querida tierra natal, al colegio ‘El Gol’, barrio El Cafetal,donde impartí educación por espacio de 42 años, ahorita mismo me encuentro retirado, disfrutando del merecidísimo descanso”.
¿Mejores amigos? “Pregunta difícil de contestar, porque en realidad, mis amigos y a los que me consideran sus amigos les tengo un cariño muy especial, sincero, los quiero de verdad, y por supuesto están los amigos que menciono en mi canción paso a paso: Enrique Ramos, Carlos Núñez, Óscar López, Carlos Arrieta, William Daza, Luis García, José Granados, también los de la promoción 1972 del Roque De Alba, están otros de mi corazón también como: ‘El Cacha’ Acosta, ‘Lucho’ Murgas, Álvaro González, Rosendo Romero, Jader Rico, mi compadre Jairo Castelar, José Añez, Eduar Acosta y muchos más, nombrarlos a todos sería imposible, eso sí ratifico, mi amistad es sincera, cristalina y pura como las aguas dulces de un manantial de esos que bajan de la Serranía del Pintao de mi Villanueva del alma”.
Uno de sus queridos amigos, Luis Murgas Rumbo, opina así de Idelfonso: “Es para mí como un referente, quien tiene en su repertorio 5 clásicos extraordinarios como son: ‘Ruiseñor herido’, ‘Terco corazón’, ‘Paso a paso’, ‘Rosa jardinera’ y ‘Confesión’, que le grabó Alfredo Gutiérrez. Es un ser humano humilde, con mucha nobleza, pulcro, sencillo, muy grande en el folclor vallenato, servicial por excelencia, usted se encuentra con él y percibe enseguida a ese ser humano buen amigo, dispuesto a colaborarle en lo que sea, él no se siente tan grande como lo es, él que no se pierde un velorio en Villanueva, tiene unos cartoncitos en la plaza y se sienta en cualquier lugar sin pretensión alguna, no requiere sillas, le da igual el sardinel o el piso, todas las tardes quien lo necesita puede buscarlo cerca a la casa cural. Una anécdota que recuerdo con Idelfonso fue una oportunidad que vinieron a Valledupar varios compositores de Villanueva a votar por Jorge Oñate que estaba aspirando un cargo en Sayco. Venía una agraciada muchacha caminando por la Plaza Alfonso López, donde precisamente iban ellos e Idelfonso le dice: ‘adiós mi vida’, y la bella dama le contestó: ve mira, animal tan bobo. A todos no les tocó otra que soltar la carcajada”.
Por su parte, el gran Rosendo Romero Ospino, otro fiel amigo de Idelfonso nos dice: “Es un amigo fiel en primer lugar, una persona que trato y conozco desde hace más de 50 años, aparte de eso es un caballero en todo el sentido de la palabra, tanto con las damas como con los hombres, es un compositor que en Villanueva puso la plana. Fue al primero que le grabaron de las nuevas generaciones después de ‘Beto’ Murgas y Daniel Celedón”.
“Tiene una emblemática canción que me fascina”, dice Chendo, “y a mí me hubiera gustado componer, se llama: ‘El ruiseñor herido’, que grabó ‘Poncho’ Zuleta”,
Añade ‘Chendo’ que “Idelfonso es un hombre sencillo, humilde, discreto, muy dedicado a su hogar, amigo de sus amigos,. Si está sentado en un sardinel le gusta que te sientes ahí a su lado, modesto y descomplicado”.
Una anécdota que recuerda: “Tenía Idelfonso una cría de gallinas finas en su casa, también pollos, eran como 50, y un grupo de amigos que parrandeábamos con frecuencia, nos las fuimos comiendo, porque al final de la jornada parrandera cerrábamos en su casa. Él siempre nos brindaba una gallina criolla, éramos tres: ‘El Cacha’ Acosta, Idelfonso y Yo, estábamos aspirando a crecer como compositores, llegar al sitial de ‘Beto’ Murgas y Daniel Celedón. Lo cierto fue que las ricas gallinas las fue matando una por una. Por último, solo quedaron los pollos que estaban pequeños, y cuando iba a servir la sopa decía: ‘compañeros amigos de parranda, hoy no les tengo sino sopa de colirio’, era un caldo clarito, pues esos pollitos no alcanzaban a dar caldo espeso, y entonces nos citábamos a menudo para tomar sopa de colirio”.
Reconocimientos: Dice Ildefonso que “he tenido algunos como compositor, por parte del Concejo de Villanueva, La Asamblea de La Guajira, y la empresa Intercor, como se llamaba en ese tiempo la compañía que explotaba la mina del Cerrejón.