El corregimiento de Cañaverales, en el municipio de San Juan del Cesar, está dando un paso crucial en la lucha contra la inseguridad alimentaria con la implementación de huertas caseras sostenibles. Este proyecto permite que las familias cultiven sus propios alimentos frescos, promoviendo una alimentación más saludable y reduciendo la dependencia de productos externos. El acceso a alimentos básicos es un reto en muchas zonas rurales de La Guajira, donde los altos costos de transporte y la escasez de productos agrícolas dificultan la dieta diaria de los habitantes. Gracias a esta iniciativa, más de 15 familias están aprendido a sembrar y cosechar hortalizas, legumbres y frutas con métodos agroecológicos, garantizando una alimentación nutritiva y variada. «Antes, dependíamos de los mercados lejanos para conseguir verduras, ahora las tenemos en nuestros patios», comenta Damaris Frías, beneficiaria del programa.
El impacto económico del proyecto también es notable. Al reducir los gastos en la compra de alimentos y generar excedentes para la venta en la comunidad, las familias han logrado mejorar su calidad de vida. «Hemos encontrado en la agricultura una fuente de sustento sostenible que nos ayuda a enfrentar la crisis económica», explica Daniel Martínez, agricultor local.
El éxito de estas huertas demuestra que la producción de alimentos a pequeña escala es una alternativa viable para combatir la inseguridad alimentaria y fortalecer la autonomía de las comunidades rurales. Con el apoyo continuo de las autoridades y organizaciones locales, este modelo puede expandirse y replicarse en otras zonas vulnerables del país.
Pero más allá de la producción agrícola, el proyecto de huertas caseras sostenibles en Cañaverales está impulsado un cambio en la mentalidad de la comunidad, promoviendo la educación ambiental y la sostenibilidad, todo esto gracias al apoyo del instituto nacional de formación técnico profesional Infotep, en convenio con el Servicio Nacional de Aprendizaje Sena, resaltar que la formación en prácticas agroecológicas permite que los habitantes comprendan la importancia de la conservación del suelo, el uso responsable del agua y la protección de la biodiversidad.
Desde la implementación del proyecto, se desarrollan talleres dirigidos a niños, jóvenes y adultos, donde se enseñan técnicas como el compostaje, el manejo eficiente del agua y la selección de cultivos adecuados para el clima local. «Nuestro objetivo es que el conocimiento trascienda generaciones y que el respeto por la naturaleza sea parte de nuestra cultura», menciona Luis Alfonso Pérez Guerra, docente investigador.
Los beneficios de estas huertas también han llegado a las escuelas del corregimiento, donde los estudiantes participan en la siembra y el cuidado de cultivos. Esta iniciativa promueve la educación práctica y genera un sentido de pertenencia hacia el entorno natural. «Los niños aprenden el valor del trabajo en equipo y la importancia de cuidar el planeta», destaca Marta Laura González, docente investigadora.
El impacto educativo de las huertas caseras en Cañaverales demuestra que la sostenibilidad es un proceso integral que va más allá de la producción de alimentos. Con esta iniciativa, se siembran semillas de conciencia ecológica que contribuirán a un futuro más sostenible y resiliente para la comunidad.