El poema ‘La araucana’, del cronista español Alonso de Ercilla, es reconocido como la primera obra literaria chilena. Fue publicada en 1569, 1578 y 1589 en España.
Sin embargo, ‘El arauco domado’, de Pedro de Oña, es el primer poema escrito por un nativo del país austral; fue publicado en 1596.
La aparición de obras literarias en Chile no fue abundante durante muchos años. En la década de 1840, un grupo de intelectuales impulsó la formación de una “sociedad lectora”, pues consideraba que la lectura era una herramienta eficaz para civilizar a una nación. Fue así como ese país incursionó en los movimientos literarios de moda, vale decir: el romanticismo costumbrista, de 1837 a 1852; la generación romántico-social, de 1852 a 1867, y la generación realista, a partir de ese año.
Chile tiene entre sus poetas y narradores un número destacado de intelectuales; entre ellos citaremos a Vicente Huidobro, José Donoso, Roberto Bolaños, María Luisa Bombal, Antonio Skármeta, Pablo Simonetti, Jorge Edwards e Isabel Allende. Imposible no mencionar a sus dos galardonados con el Premio Nobel de Literatura: Gabriela Mistral (1945) y Pablo Neruda (1971). Llama la atención que en la historia literaria de Chile no se destaque a Nicanor Parra con el despliegue que merecen su vida y su obra. Por eso, estas notas pretenden rescatar, en parte, al ‘Antipoeta’, como el propio Parra se identificaba.
El escritor Nicanor Parra falleció el 23 de enero del 2018. Tenía ciento tres años de edad. Nació el 5 de septiembre de 1914 en San Fabián de Alico, provincia de Ñuble, Chile. Fue poeta, matemático y físico.
Era el mayor de nueve hermanos, todos artistas, entre los cuales Violeta Parra se destacó como cantautora y folclorista; a ella la recordamos por la canción ‘Gracias a la vida’, inmortalizada en la voz de Mercedes Sosa.
Nicanor Parra era de familia de clase media provinciana. Escribió su primera obra, ‘Cancionero sin nombre’ en 1935. Se lo considera el creador de la ‘antipoesía’. Llegó a Santiago de Chile en 1932. Estudió física en su país y en Estados Unidos. Cursó un doctorado en Cosmología en la Universidad de Oxford, Gran Bretaña. Fue un devoto estudioso de los clásicos como Cervantes, Shakespeare y Dante. Pero lo que más lo indujo a utilizar “el lenguaje del pueblo” en su creación literaria fue su contacto con la poesía de Gonzalo de Berceo.
En efecto, su temática sitúa al hombre común enfrentado a sus dilemas de la vida corriente. Por eso se afirma que se trata de “poesía de lo cotidiano en su forma y en su fondo”. Ya él lo había dicho en 1954, cuando afirmó: “Durante medio siglo la poesía fue el paraíso del tonto solemne hasta que vine yo y me instalé con mi montaña rusa”. En sus propias palabras: “La característica del antipoema es la libertad. No tiene nada que ver con la literatura, sino con la vida. Se escribe en lenguaje directo, y la ironía y el humor son condiciones básicas”. “Solo usando el lenguaje hablado se puede llegar al pueblo y hacer una poesía progresista”.
Estaba de acuerdo con el concepto que tenía de sí mismo: “Soy un profesor de un liceo oscuro que ha perdido la voz haciendo clases, ni de derechas ni de izquierdas; de estatura mediana, voz ni delgada ni gruesa; un embutido de ángel y bestia”. Cuando Pablo Neruda, en 1954, le preguntó si aspiraba a ser el mejor poeta de Chile tras haber publicado el libro ‘Poemas y antipoemas’, Nicanor Parra contestó: “No. Me conformo con ser el mejor poeta de Isla Negra”, en alusión al pueblo donde vivía Neruda. En cierta forma, posaba de arrogante, consciente de que su poesía era diferente de la que florecía antes de sus propias creaciones.
En el ‘Cancionero sin nombre’ (1935) Parra siguió el modelo de García Lorca en ‘Romancero gitano’, aunque ya dejaba ver su tendencia hacia la ‘antipoesía’. En ‘La cueca larga’ (1958) Nicanor Parra utiliza versos con festivos ritmos chilenos, en son de parodia. También son obras de Nicanor Parra: ‘Versos de salón’ (1962), ‘Canciones rusas’ (1967), ‘Obra gruesa’ (1969), ‘Artefactos’ (1972). En ‘Sermones y prédicas del Cristo de Elqui’ (1977), Nicanor Parra habla de un visionario que predica por las minas en el norte de Chile. Además, escribió ‘Nuevos sermones y prédicas del Cristo de Elqui’ (1979), ‘Chistes para desorientar a la poesía: Chistes para desorientar a la Policía’ (1983), ‘Coplas de Navidad’ (1983) y ‘Hojas de Parra’ (1985).
El nombre de Nicanor Parra estuvo varias veces entre los candidatos al Premio Nobel de Literatura. Nunca se le concedió. Sin embargo, la influencia de su propuesta estética sobre la cultura chilena le valió el Premio Nacional de Literatura en 1969; más tarde obtuvo el Premio Juan Rulfo (1991), el Premio Reina Sofía (2001), el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (2002) y el Premio Cervantes (2011). Fue una de las grandes voces de la poesía latinoamericana del siglo XX.