Esta columna es la última de la investigación ‘Memoria musical de la provincia en el Magdalena Grande’ que hemos venido publicando desde el 29 de abril por Diario del Norte. Parte del presupuesto sociológico que concibe la música vallenata tradicional de la provincia como una construcción social que debe indagar acerca de cuáles son las funciones manifiestas y latentes, sociales y culturales del son, paseo, merengue y puya para confirmar la hipótesis que su transformación o pérdida conduce a su debilitamiento y desaparición.
En tal sentido, de esta manifestación cultural se puede predicar, en principio, que cumple las funciones sociales de describir realidades históricas, sociales y culturales de la provincia, la región y el país; de ser factor de integración y cohesión social; de valorar y preservar la tradición oral; de ser medio para la transmisión generacional de la memoria y los saberes en diálogo, y finalmente, de cumplir la función de ser medio para la recuperación y preservación intergeneracional de la memoria colectiva, así como reconocer la diversidad de la comunidad provincial y reivindicar el papel de la mujer en este género musical.
La principal función latente de la música vallenata tradicional es definir una peculiar idiosincrasia y adscripción gentilicia que le imprime una identidad del ser vallenato-provinciano como un modo de vida con un ADN singular y una visión ensoñadora de su territorio sonoro, en donde se habla cantando y se preserva una memoria colectiva musical de esta expresión musical.
Una segunda función manifiesta, articulada a la anteriormente latente, es describir realidades históricas, sociales y culturales de la provincia y proyectadas a la región Caribe, al país y al mundo. La tercera función social y cultural de la música vallenata tradicional es la de constituirse en factor de integración y cohesión social en la provincia.
El binomio música-territorio es determinante para la identidad cultural de los pueblos. La provincia no ha sido la excepción; históricamente ha cumplido la función social de integrador simbiótico del proceso de mestizaje que se ha consolidado alrededor del canto de los natos de este especial espacio sonoro del valle del río Cesar.
La cuarta función social y cultural de la música vallenata provinciana es valorar y preservar la tradición oral. La función latente que valora y conserva la tradición oral a través de la memoria colectiva de la música vallenata es referente de la historia provincial y fuente de recolección de costumbres, territorios y actores. El cantar vallenato se ha transmitido por relevos generacionales como parte de la índole (ethos) provinciana en un territorio característicamente sonoro de los abuelos a los padres, y de estos a hijos y nietos.
La quinta, y última función social y cultural de la música vallenata tradicional, reconoce la diversidad de la comunidad provincial y reivindica el papel de la mujer en este género musical.
Al revisar la historia del vallenato, la primera mujer reconocida como intérprete y compositora es la samaria Rita Fernández Padilla, radicada en Valledupar.
Ella es la más destacada representante del tronco Fernández, originario de la provincia, en cabeza de su tío, el maestro mayor Manuel José.
En Santa Marta, su papá (Antonio María Fernández Daza) y su mamá (María del Socorro Padilla) contribuyeron a su formación desde pequeña como pianista clásica, lo cual derivó en el dominio de acordeón piano (concertina), que fue fundamental para crear en 1968 el primer grupo femenino, ‘Las Universitarias’, que se dedicaron a interpretar los cuatro aires de la música vallenata.
En estos tiempos de equidad de género, la juglaresa y administradora Rita hizo historia como cabeza de uno de los gremios de compositores y compositoras más antiguo, grande y complejo de Latinoamérica, Sayco, y abrió el camino para que no fuera la primera ni la última presidenta mujer.
Además, colocó la vara alta para la gestión de los nuevos directivos de esta institución de las artes que contribuye con sus composiciones a ser factor de identidad cultural territorial y nacional.
La maestra mayor Rita honra en su doble condición y desempeño la memoria y el legado musical de los primeros Fernández Frías, procedentes de España, que llegaron a comienzos del siglo XIX a Fonseca, en la provincia guajira del antiguo Magdalena Grande.