Quién lo creyera, la que debió ser una ayuda para el Pacto Histórico en su objetivo de acceder a la Presidencia de la República hoy está embolatado más que nunca. De por sí se trata de una lucha compleja ante sectores de la opinión pública y de los medios de prensa. Gustavo Petro es el candidato a la presidencia de Colombia más coherente y con programas de gobierno definidos y anunciados contra viento y marea, defendidos en escenarios diversos. Su aceptación mayoritaria según la encuesta más reciente, del 37% en la intención de voto contra 23 de Federico Gutiérrez, lo muestra como un candidato viable para ocupar el solio de Bolívar. Quedaba pendiente la escogencia de la vicepresidencia.
Y aquí es donde surgen nuevas dificultades para el Pacto Histórico. Se esperaba que la persona escogida representara un paso hacia el centro del espectro político con lo que se disminuyeran las críticas interesadas de que se trata de un grupo de extrema izquierda. El candidato a vicepresidente debía identificarse con las propuestas de Gustavo Petro Urrego. Nada fácil hallar alguien con esas características, por lo que se demoró en llenar la casilla de vicepresidente. Dentro de los acuerdos para escoger el candidato por el Pacto Histórico se estableció que quien alcanzara la segunda votación sería el candidato a la vicepresidencia. Pero, surgieron dudas de si era conveniente dilapidar la oportunidad de atraer votos frescos que llevaran hacia el centro político al Pacto Histórico.
En esa exploración política no apareció ninguna persona dentro del centro ideológico de Colombia dispuesta a acompañar a Gustavo Petro y por eso se aceptó que la vice fuese Francia Márquez Mina. Obtuvo 783 mil votos en la consulta interpartidista. Sin embargo, había reticencias por su inmadurez en el proselitismo político, pues ya había expresado en privado objeciones al neoliberalismo. La verdad es que fue una novedad bien vista en lo general y que pudo significar un excelente sustituto del inexistente candidato de centro. No obstante, en el mismo acto de su presentación iniciaron las dificultades con Francia Márquez. Allí se confirmaron los peores temores.
Francia Márquez olvidó que ya no está en el costurero de su pueblo, sino que es responsable con sus opiniones de lo que suceda con el Pacto Histórico. Dijo cosas contra César Gaviria, que aunque ciertas, no convenían por la circunstancia de que se estaba en negociaciones para que sirviera de enlace ante el Partido Liberal en beneficio del grupo. Pero, la señora en un rapto de locuacidad tiró al mar esa oportunidad. Con sus palabras inoportunas hizo que Colombia hablara de tonterías y no de posicionar a Petro. Desconoce lo difícil que resulta el voto en una democracia donde la abstención sobrepasa el cincuenta por ciento del censo electoral. Ojalá que Francia Márquez no le haya hecho un daño significativo al Pacto Histórico. Más Maquiavelo y menos imprudencias.