La historia se repite y seguramente se seguirá repitiendo, año tras año, el revés en los resultados Icfes departamentales y municipales en La Guajira con las pruebas aplicadas a los estudiantes del último grado de secundaria de las instituciones públicas, siguen siendo avergonzantes desde toda mirada escolar.
El más reciente resultado global departamental muestra la brecha educacional existente y persistente en la península, los primeros lugares del ranking son ocupados por instituciones educativas privadas dejando de lejos a las públicas. Pero, ¿por qué ningún ente de control como la contraloría y procuraduría departamental, toman medidas al respecto? Más de $2.000 mil millones que anualmente la nación gira al departamento para la inversión en mejoramiento de la calidad educativa pública y para la capacitación y actualización de los docentes. ¿En qué se invierten? ¿Cuántas capacitaciones anuales realiza la SED en los 12 municipios NO certificados en cada vigencia? ¿Cuál es el papel de importancia que juega la oficina de “calidad educativa” de la SED? ¿A qué ente de control rinde cuenta este funcionario público?
Aquí es donde entra en juego estos órganos departamentales de control. Parecen más un obelisco decorativo y burocrático. Seguramente sus hijos no están matriculados en una escuela pública.
Otro factor de importante observación, por qué los rectores no activan planes de mejoramiento institucionales para salir del hueco profundo en que se hallan y se mantienen sus establecimientos con base en la información anual de pruebas Icfes. Son conformistas o no les interesa la preparación integral de sus estudiantes.
Al parecer, la connivencia existente entre los directivos docentes, la SED y la Asunción Temporal es matrimonial, no se separan. Pareciera que desde La Guajira estuviéramos alimentando los guarismos del ministerio de educación, siendo este el menos interesado en sacar adelante la educación pública.
Desde hace más de cinco años desde nuestra organización sindical nacional Fecode, hemos venido impulsando en oídos sordos. Hemos demostrado que el actual sistema, en vez de aumentar anualmente los recursos, los disminuye. Pero ni los padres de la patria, ni los gobernantes de turno nos acompañan a dar esta lucha.
Mientras el pueblo siga votando por quienes se han usufructuado de los presupuestos nada cambiará. Seguiremos los maestros en las calles protestando y llamando la atención frente a todas las problemáticas, pero seguirá siendo una lucha de David y Goliat. Guardamos la esperanza y nuestros sueños para el 2022, añoramos rescatar la academia pública con excelencia, y no en lo que hoy se han convertido: una fábrica de diplomas.