Las candidaturas al Congreso en La Guajira evocan el cuestionamiento de cómo reaccionarán los votantes ante los caminos que proponen tomar ciertos candidatos a ser elegidos, con alguna que otra notoriedad.
Históricamente, el mensaje incrustado en las preferencias electorales ha señalado que ciertos candidatos son deseados en determinadas funciones, pero no gozan de la misma preferencia por los mandatos electorales, en caso de que dicho mandato se una a los deseos del electorado, es un mandato imperativo, frustrando así las pretensiones imaginadas como naturales por la repercusión popular derivada de las actividades realizadas de cuando se les dio la oportunidad con el voto; muchos convencieron, se eligieron y no cumplieron, otros nuevos quieren convencer.
Son innumerables los ejemplos de quienes creen merecer los votos de admiradores puntuales y circunstanciales, pero el electorado demuestra que solo los querían por lo que se destacaron en algún momento, a menudo, incluso considerados oportunistas, con el objetivo premeditado de utilizar el momento como trampolín, algunos son faranduleros que incursionaron en la política, por ejemplo, creen que la inmensa audiencia de sus comentarios en redes sociales se podía convertir en votos y parece que ahora tienen solo su propio voto, por ello la estampida de muchos para salirse de las listas después de lanzar con bombos y platillos sus candidaturas; esto mide el talante de cada cual.
La creatividad de los candidatos a mandatos electivos siempre ha sido notable; principalmente, en acciones calculadas etiquetadas como sociales y en la exploración de creencias e ideologías, configuradas en las crecientes representaciones y puestos específicos en los centros de decisión del poder.
Otros engañan a los votantes, utilizando nombres ilustres, incluso corroborando la famosa frase, que dice que “se puede engañar al mundo entero por un tiempo; algunos pueden ser engañados todo el tiempo; pero no puedes engañar al mundo entero todo el tiempo”. En La Guajira eso está por verse, da la impresión que mucha gente sigue engañada.
Hace más de 30 años, el 13 de marzo de 1988, se realizó la primera elección popular de alcaldes en Colombia, luego de la expedición del Acto Legislativo 01 del 9 de enero de 1986 que ordenó que todos los ciudadanos eligen directamente a senadores, representantes, gobernadores, diputados, alcaldes y concejales, con periodos de cuatro años para todos. ¿Qué ha cambiado La Guajira en este tiempo con los elegidos para mejorar la calidad de vida y desarrollar al Departamento?
Entre las hipótesis y frustraciones que registra la historia, cabe preguntarse, ¿cómo está viendo el electorado las aspiraciones de más de 10 guajiros al Senado y la triplicación de las listas a la Cámara de Representantes?
Si bien es cierto que La Guajira necesita y puede tener hasta dos senadores, ¿por qué no se llega a un acuerdo por un bien común?
Esto genera incertidumbre y obliga a muchos a voltear la mirada a candidatos foráneos que de alguna manera gestionan por el Departamento.
Entre caras nuevas y viejas avanzamos hacia una nueva elección con los desafíos habituales y el cuestionamiento de que si son oportunistas o meramente interesados en las dádivas, sin anteponer los intereses de La Guajira como región a desarrollar, o incluso, los votantes los prefieren solo donde se han hecho notables, pero sin resultados medibles y visibles, mientras que los graves problemas departamentales seguirán dependiendo de los ajustes de fondo a los que nunca se les ha buscado la solución y no es más difícil, sino imposible, cuando hay una fragmentación partidista en los 15 municipios, en la que el interés público reside solo en los objetivos segmentados, manteniendo las buenas intenciones solo en los discursos.
Aquí el baile seguirá bajo el compás de las buenas intenciones o el oportunismo; pero de que hay buenos candidatos (as) los hay, lo fundamental es el voto a conciencia. El mandato es un poder conferido por una persona a otra para que con tu voto él o ella pueda actuar en tu representación. Que Dios nos ilumine el camino para tomar la mejor decisión, por la Guajira, por su gente.