La pandemia nos tiene prohibido salir a la calle, pero por otro lado en casa integración dándole más calor humano a la familia, ¡ay! recógete para bien de todos y evitar el contagio de este enemigo silencioso que todavía anda suelto y nos tiene entre la espada y la pared con la mano mala económicamente pero estamos vivos.
Lo que más le interesa a la gente es estar bien de salud, y trabajar para poder sobrevivir, pero con el deber del cuidado.
En la vida social (libertad) dice la Constitución Política del 91 Art. 16. “Todas las personas tienen derecho al libre desarrollo de la personalidad, siempre y cuando no vaya en contra de la salud derecho fundamental a la vida. Art. 13 de la Constitución Política dice el derecho a la vida es inviolable y está por encima de los demás derechos (declaración universal de los derechos humanos).
Cuando sobrevengan hechos, epidemias que perturben la vida en forma grave e inminente y el orden económico, social podrá el presidente de la República con la firma de los ministros dictar decreto con fuerza de Ley destinados exclusivamente a conjurar la crisis y a impedir la extensión de sus efectos Art. 215 de la constitución inciso tercero.
Llevamos casi dos año en estado de emergencia sanitaria, catástrofe humana y nada que pasa esta contaminación que nos tiene enjaulados y que al salir a la calle hay que tener mucho cuidado y cumplir con los protocolos de bioseguridad (tapabocas, distanciamiento social, y el uso de alcohol para desinfectarse) importante vacunarse para la inmunidad respetando el derecho a la vida, Organización Mundial de la Salud –OMS–.
Todavía no se puede soltar el freno de emergencias para andar por la calle en reuniones sociales parrandas, porque el virus anda suelto; el camino es culebrero en cambio en casa nada nos pasa.
Estamos en una época de alboroto, diciembre alegre, año nuevo, conciertos y dentro de poco los carnavales donde el ambiente sabe a fiesta estamos con el deseo de alzar el codo y saborear ese amarillito sabroso en cita etílica, reuniones callejeras pero no se puede, no falta tiempo para fiestear.
Hay que pedirle a Dios que este enemigo maligno silencioso se vaya y nos deje tranquilos; pedirle a Dios que nos cuide desde el hogar dulce hogar para compartir este fin de año en casa con la familia Dios dice: “Cuídate que yo te cuidaré”.
Siempre he dicho que en la vida hay dos caminos el del bien y el del mal, el camino del bien es estar encerrados en casa mientras que pase el peligro porque aun el virus anda suelto rondando tu esquina.
Tenemos derecho a la vida social pero con el deber de cuidado encerrados en casa pero gracias a Dios estamos vivos.