Por Martín Nicolás Barros Choles
¿Cuánto tienes? ¿Cuánto vales? Nos cotizan de acuerdo a la propiedad privada y la disponibilidad monetaria, que posean y dispongan, las personas. Toda gira, amparada en el valor económico, para clasificarnos en estratificaciones de diferentes orden o grado; implementado en nuestra sociedad, para diferenciar los ricos de los pobres, desnivelando la igualdad, que nos asiste como seres humanos.
El dinero en “rama” (efectivo) o título valor, es el único medio que abre caminos, en todas las direcciones, utilizado para torcer, engrasar y aniquilar; los procedimientos que los obstruyan. De ahí, que le demos más importancia al dinero, que a las personas. Las facultades y atribuciones, disponibles, inflan e hinchan egos, impulsando abusos, por las condiciones y limitaciones, implementados en el uso del dinero, para dominar, acaparar y desafiar; competencias de grandezas y superioridad, en ricura.
El dinero predomina en los manejos y transacciones, compraventas y servicios remunerados laborales, en arriendos, públicos domiciliarios, transportes, salud y otros. De igual forma, el capital determina en todos los campos y espacios, de manejo de acciones, operaciones y consumo; implementado por un precio establecido, en la política mercantil de las ofertas, demandas, oportunidad, necesidad y facilidad.
El dinero nos nubla y empaña la visión, por las condiciones y cualidades, particulares de las personas, dispuestas a servir de buena fe, induciéndonos a errores, equívocos y engaños. De igual forma, para explotar a los débiles, ignorantes y necesitados; obligándolos a venderse, por lo que les ofrezcan, para mitigar la miseria en que viven. El dinero no es un medio fácil de conseguir, es escaso yestá concentrado, en por lo menos un 3% del censo habitacional territorial, generando dependencia, directa e indirecta. La falta de dinero es humillante, nos priva, limita y nos mata de hambre.
Hay que ver como transforma y deforma, el dinero a las personas, en el paraíso o infierno de la corrupción, degenerando el amor y la armonía humana. Mientras algunos los exalta, favorece y privilegia.A otros, los atrofia, frustra, desmerita y tortura. No hay rico feo. Muchos se sobran en indecencias, abusos, extravagancia, arrogancia y malos tratos; a las personas. Se consideran supremos e imperantes, para ofender, ultrajar, humillar y aplastar; por gusto, capricho y pretensión. Algunos manejan la riqueza a bajo perfil. Es fácil diferenciar la riqueza, de la pobreza; en las personas, tanto material, como de pensamiento, ideológico e intelectual, minimizada en el capitalismo.
Los imperios comunistas y socialistas, dirigidos por la China y la Unión Soviética (Rusia), no pudieron con el capitalismo, que los absorbió y sustituyó, en el transito históricos, motivados por las relaciones e intercambios comerciales. Los citados sistemas, coartan la libertad de las personas, de una u otra forma, sin calificar una mejor que las otras; fundamentados en ideologías extremas y odiosas, opresivas e incitadoras, de violencia popular. No se ha podido o permitido, la conformación de convivencia social equitativa, incluyente y participativa; donde el Estado, responda y garantice, vivienda, educación, salud y trabajo; a sus habitantes, solteros y emparejados, para apoyar y proteger, a la familia en especial, a los niños, solventando los consumos de alimentos, aseos, facilitando ofertas y oportunidades de servicios; que sirvan para devengar el sustentos, originados de las labores (trabajos) en prestaciones de servicios. La propiedad privada, tiene límite particular, conservando las comunidades y sociedades. El Estado, recibe contribuciones por distintos conceptos, para atender y responder, por servicios públicos domiciliarios, seguridad pública, obras, promociones y subsidios; en empleo. La concesión de servicios, debe ser condicionada y controlada, en prevención de explotación. De esta forma, convergen apartes, de quienes no admiten la propiedad privada, siendo el Estado, el único dueño de los bienes ocupados por tenedores, dentro del sistema comunista-socialista, frente a la adquisición de propiedad privada limitada, para que se ejerza dominio a su arbitrio para hacer y deshacer; avalados por el goce de normas legales y la indiferencia del Estado.