El crecimiento desigual en el capitalismo, propio de las contradicciones en el seno de la sociedad capitalista mundial, no impide las desigualdades entre los países de la órbita capitalista, al contrario: las desarrollan, las aúpan, hasta las promueven. Es inevitable además las contradicciones inter imperialistas, que evocan la paz haciendo la guerra, entre los países imperialistas existen intereses económicos profundamente diversos y contradictorios; en política, los partidos dominantes presentan al electorado la farsa más cómica frente a la llamada ‘democracia’ que no existe. El Gobierno turco espeta a los europeos llamándoles enfermos de la democracia, y en ese tira y jala de los derechistas mundiales tienen razón: Macrón en Francia, se resiste a nombrar como primer ministro a un miembro del Frente Popular derecho que le asiste como primera fuerza parlamentaria. Para los imperialistas la democracia es una caricatura.
Los imperialistas no se tienen confianza ni lealtad entre sí, engañaron a los rusos en los acuerdos de Minsk el 5 de septiembre de 2014, al respecto Ángela Merkel, en una oportunidad declaró que el acuerdo de Minsk se firmó para darle tiempo a Ucrania, para que se preparara ante un eventual ataque de los rusos, burlando a los rusos. Ante el llamado de paz los imperialistas rusos desconfían de Trump y los europeos, planteando una serie de condiciones para la tregua planteada por Ucrania. Los imperialistas no defienden a los pueblos, las andadas de Trump dejan en claro que picó en punta ante los europeos en el sometimiento de los ucranianos a firmar un acuerdo de paz, pero con la consiguiente entrega de 500.000 millones de dólares en tierras raras, como pago de los préstamos concedidos previamente, un ajuste de cuenta.
En la reunión de altos funcionarios norteamericanos y rusos, en Arabia Saudita el 18 de febrero de 2025 para negociar un alto al fuego en Ucrania no fueron convidados los presidentes de la UE ni la Otan; Estados Unidos se adelantaba desconociendo a sus sumisos aliados europeos; el objetivo, adelantarse a pasarle la factura a Ucrania, más sin embargo, el pueblo ucraniano, expuesto como carne de cañón, afronta una guerra que en el fondo, no es de ellos, sino de los grandes capitales financieros, entrelazados y asociados con los tecnomagnates. Elon Musk, amenaza con retirar sus antenas satelitales Starlink, lo que dejaría al Ejército ucraniano sin internet: sin brújula, a la deriva.
Hoy, los pueblos europeos se movilizan contra la guerra, igual que algunas pequeñas naciones; contra el guerrerismo que promueven desde Bruselas, los gobiernos imperialistas del Reino Unido, Francia, Alemania e Italia fundamentalmente, también Finlandia, impulsadas por las corporaciones militares privadas de Europa, quienes a través del parlamento europeo plantean incrementar del dos al cinco por ciento del PIB para destinarlo al gasto militar, sacrificando la educación, la salud y el trabajo y afianzando políticamente a los bastiones neo fascistas. Los contratistas de Estados Unidos, que los aman y los desprecian, serían los más favorecidos por ser fabricante de tecnología de punta y, los mayores exportadores de armas, lejos.
El campo de batalla es en Ucrania, pero la guerra la sostienen Estados Unidos y la Otan, epicentro de los mayores fabricantes de armas, ¡es el negocio!; los obreros, campesinos y la juventud ucraniana exponen el pellejo, la burguesía fascista y corrupta enriquecida con la guerra. La carnicería del pueblo ucraniano es el festín del capital financiero mundial, en especial el inversionista con fuerte presencia en ese país, contribuyendo a su destrucción: BlackRock, Vanguard, accionistas de los grandes fabricantes de armas estadounidense: copropietarias de Lockheed Martin, Boeing, General Dynamics, Northrop Grumman, Raytheon, etc. El bocón de Trump es apenas un vocero, que trata de abrumar con sus bravuconadas a los pueblos a nombre de estos conglomerados, que le han respaldado y lanzado para recuperar su alicaído imperio.
Trump es un personajillo gris, que se ajusta a las exigencias del gran capital, sin pudor ni dignidad y, con un odio visceral al proletariado mundial, inhibido para el desarrollo de facultades mentales que le permitan pensar en bien de la humanidad. Un Shere Khan, Trump es por ahora la máxima carta para la guerra, hasta en su lenguaje corporal. A los gobiernos de los países capitalistas atrasados los trata como súbditos. Y pensar que la socialdemocracia en América Latina, defiende el capitalismo y desdeña el socialismo, mantienen las relaciones de dependencia frente a American First.
¡Solo la lucha victoriosa de los pueblos garantiza la paz!