Por Amylkar D. Acosta M.
El cambio climático sigue siendo motivo de alarma y preocupación para la comunidad internacional. Cada día que pasa los entendidos en el tema, los científicos, los centros de investigación y las organizaciones que lo monitorean se muestran más consternados por el escalamiento de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera, por la creciente acumulación y concentración de estos, pero sobre todo por el ‘aumento peligroso de la temperatura’ que se viene registrando en los últimos años, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), a consecuencia de ello. Concomitantemente con el aumento de la temperatura se desencadenan eventos cada vez más frecuentes, más intensos y duraderos tan devastadores como los huracanes, las inundaciones y las sequías, que se han duplicado desde 1990, olas de calor insoportables, aumento del nivel del mar y la acidificación del océano, los cuales no dan tregua.
La concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera, principal responsable del calentamiento global, por tercer año consecutivo batió record en 2016, según la OMM. Según esta, “mientras que en 2015 era de 400 partes por millón (ppm), la proporción de CO2 en la atmósfera (…) alcanzó 403.3 ppm en 2016” y “representa ahora 145% con relación a la era preindustrial”, según la OMM. Se trata del nivel más alto en 800.000 años. Y para finales de 2017 se prevé que las emisiones de CO2 atribuibles ya sea a los combustibles de origen fósil, a las chimeneas de la fábricas y en gran medida a los cambios en el uso del suelo, aumentarán, como lo sostiene el Proyecto Global del Carbono en su más reciente Informe, un 2% con respecto al 2016, cuando alcanzó el récord de 36.800 millones de toneladas. Este repunte se da después de tres años durante los cuales se había logrado estabilizarlas.
Es de anotar, como lo sostiene el secretario General de la OMM, el finlandés Petteri Taalas, que “el CO2 persiste en la atmósfera durante siglos y en el océano todavía más tiempo. Según las leyes de la física, la temperatura será mucho más alta y los fenómenos climáticos más extremos en el futuro. Sin embargo, no tenemos la varita mágica para hacer desaparecer este excedente de CO2 atmosférico”. Si bien, como lo acota Taalas, “los últimos tres años han estado entre los tres más cálidos en cuanto a registros de temperaturas”, se considera que 2017 es el año sin el Niño en el que se han registrado las más altas temperaturas. La media quinquenal para el período que va de 2013 a 2017 es de 0.40º C, aproximadamente, mayor que la registrada entre 1981 y 2010 (estimada en 14.31º C) y 1.03º C por encima de los niveles que precedieron a la revolución industrial (>1750). Es muy diciente que 16 de los 17 años corridos del siglo XXI han sido los más calurosos desde que en 1880 se empezó a llevar registros de la temperatura global.
Taalas no duda en pronosticar que “si no reducimos rápidamente las emisiones de gases con efecto invernadero, principalmente de CO2, nos enfrentaremos a un peligroso aumento de la temperatura en lo que queda de siglo, muy por encima del objetivo fijado en el Acuerdo de París sobre el clima”. Para Erik Solheim, director del Programa de la ONU para el Medio Ambiente, “el tiempo apremia…Las cifras no mienten, siguen siendo demasiado altas y hay que alterar la tendencia (…) Ya contamos con numerosas soluciones para enfrentar este desafío. Solo falta la voluntad política”. De hecho entre enero y septiembre de este año se registró un aumento de la temperatura media global de 1.1 grado centígrado por encima de los niveles preindustriales y el mundo sigue expectante de las conclusiones al respecto de la Cumbre de Cambio Climático que acaba de concluir en Bonn (Alemania).
Como lo advirtió la profesora Corinne Le Queré, investigadora principal y directora del Centro Tyndall para la Investigación del Cambio Climático en la Universidad de East Anglia, “con las emisiones mundiales de CO2 de todas las actividades humanas, estimadas en 41.000 millones de toneladas para 2017, el tiempo se está agotando en nuestra capacidad de evitar un aumento de 2 grados centígrados en la temperatura global y mucho menos de 1.5º C”, como se estableció en el Acuerdo se París.