Este momento de transición presidencialista en que el país sueña con un nuevo modelo de desarrollo nacional cada día cobra más importancia. Como es apenas natural cada vez que termina un cuatrienio del Gobierno nacional la población vuelve a empuñar las banderas de la democracia para volverle a apostar a su calidad de vida, a un nuevo modelo de desarrollo humano y a un mejor bienestar.
Los colombianos quieren asomarse a la ventana del mundo. Atrás quieren dejar la era del subdesarrollo y navegar por la autopista de la cibernética y las tecnologías de la información y las comunicaciones para vivir permanentemente paseándose por el mundo y contemplar los países modernos y desarrollar la sociedad del conocimiento con la transferencia de conocimiento y experiencias para nuestro país.
Prisioneros y secuestrados se mantuvieron los pensamientos de muchos colombianos por este escenario de violencia, narcotráfico, paramilitarismo, guerrilla y corrupción que los sometió a un adoctrinamiento ideológico que no miraban más allá de sus narices. Pero no hay mal que dure cien años ni colombiano que lo resista.
Desde una perspectiva optimista, observamos a una población colombiana que vuelve a creer en su país, en su libertad, en su institucionalidad, en la fuerza pública y en su desarrollo social y económico. Los sueños de los colombianos no han muerto. La población colombiana aún piensa que existe un nuevo amanecer, hermoso y lleno de esperanzas. Con la firme convicción puesta en Dios y en el futuro nuestra población se levanta cada día para apostarle a sus sueños y a los sueños de sus hijos.
Colombia es un país con muchas ventajas comparativas y competitivas donde sus habitantes pueden vivir en paz y con mejores oportunidades de sobrevivir con dignidad. Que haya orden y libertad por el territorio para todos sus habitantes son los sueños de los colombianos. Que vuelvan los arados a los campos y el progreso y el desarrollo se escriban con agua y agricultura. Que haya seguridad alimentaria y nutricional para los más vulnerables.
Que haya un estado que garantiza la educación y la salud y el mínimo vital de agua para su población. Que los recursos públicos no se sigan fugando por la cañería de la corrupción. Que lo público sea público y sea sagrado y manejado de manera pulcra y eficiente. Que se focalice el gasto público y social donde realmente hay la necesidad apremiante. Que los proyectos de inversión sean realmente pertinentes, viables, de impacto estratégico y sostenible y no se atomicen los recursos públicos y no haya más daño patrimonial.
Que no haya más elefantes blancos ni obras inconclusas como un monumento a la desidia adornando el territorio nacional. Que quien reine gobierne desde los territorios y pise el suelo de su patria y no viva como la realeza en un palacio. Colombia sueña con un nuevo país a la altura de sus pretensiones. Donde no haya tanta discriminación ni acepción de personas y el presupuesto nacional se descentralice y se reparta en todas las regiones. Un país donde quien administra conozca el territorio que gobierna porque lo que no se conoce no se puede administrar.
Colombia vuelve a soñar con que gobernar es administrar vidas y quien administra vidas tiene una responsabilidad superior y por encima de cualquier otro interés particular. Los colombianos sueñan con vivir en un país donde se respete la vida y los sueños y donde la vida vuelva a tener su valor. Un país con valores y en orden sueñan los colombianos, donde se honre la familia, la patria y a todo lo que tiene valor. Un país donde se respeten las diferencias y se pueda vivir en medio de ellas sin violencia, ni envidia, ni codicia, ni maldad en el corazón.
La población sueña con un país unido como lo hace la selección y nuestros deportistas que nos despiertan el más caro orgullo patrio y el sentimiento nacionalista que sale de lo más íntimo de nuestro ser. Viva Colombia, mi patria querida, es la expresión más linda y más sentimental y todos queremos abrazarnos en el reencuentro con ese momento de efervescencia y calor y esa ocasión única y feliz en que se cumplan los sueños de los colombianos con un momento imperecedero de unidad nacional. Los colombianos siguen soñando con que este país cambie y nada siga igual y sea un orgullo nacional mostrar nuestra cedula como colombiano sin avergonzarnos de nuestra patria.