Con el prometedor arranque de los proyectos para aprovechar las fuentes eólicas y solares de este hermoso territorio peninsular, que por sus características geográficas favorecen resultados exitosos, que se traducirán en miles de kilovatios de energía limpia, también llegará una nueva oportunidad para impulsar, en forma responsable, el desarrollo de las comunidades, la región y el país. Es el valor agregado de una acción concreta para una efectiva contribución a la mitigación del cambio climático.
Pero los beneficios potenciales podrían ser aún mayores; también se presenta la oportunidad de generar soluciones disruptivas a las ancestrales falencias de agua y alimentación presentes en la más septentrional y amplia zona desértica de este territorio, el cual podría transformarse para siempre y lograr así un mejor escenario de vida para sus comunidades wayuú.
Según los resultados de un estudio realizado para el contexto del desierto del Sahara, en el que se planteó el interrogante sobre lo que pasaría si se convirtiera esa extensa área en un inmenso campo de molinos de vientos y paneles solares, se llegó a conclusiones que fueron sorprendentes, pues no solo se solventaría el abastecimiento energético sostenible de Europa y de la región conformada por los países del norte de África, sino que se podría lograr la transformación del Sahara. Una intervención de esa magnitud causaría alteraciones en el equilibrio climático del desierto, originando que las precipitaciones aumenten en el mediano y largo plazo y de esa forma comenzarían a germinar la flora y la fauna en medio de una creciente vegetación.
El efecto combinado de las turbinas y los paneles podrían aumentar marginalmente las temperaturas de la región, creándose zonas de baja presión por efecto de los molinos de viento, obstáculos a la libre circulación del viento, y se atraerían más precipitaciones. Los investigadores han reforzado sus conclusiones con otros estudios y modelos que han evidenciado en forma consistente los grandes efectos en la generación de calor y de presiones más bajas de las turbinas y de los paneles en numerosos ecosistemas.
Si nuestro desértico territorio en La Guajira, tal como se vislumbra, se convierte en el epicentro de las energías renovables en el futuro, se podrían potenciar aún más los hasta ahora poco imaginados beneficios, sin desconocer que la instalación de molinos o paneles no es neutra para la naturaleza. Sin dudas, algunas de las consecuencias pueden tener impactos negativos, pero los efectos ambientales serían más beneficiosos que perjudiciales, pues además de evitar los gases de efecto invernadero provenientes de los combustibles fósiles, la energía eólica y solar podrían traer consigo el reverdecer de este territorio.
Es una oportunidad de transformación profunda que por supuesto hay que seguir investigando. Como ya existen iniciativas ambiciosas orientadas al aprovechamiento de las condiciones del Sahara, para la materialización de esa aspiración ambiental y social, es necesario y conveniente que el gobierno nacional y sus entidades especializadas permanezcan enterados de sus avances y se adquirieran los conocimientos necesarios para aplicarlos en el contexto de La Guajira.