Por Carlos Contreras Ureche
Antes de entrar a contextualizar lo que sigue a continuación, he considerado congruente manifestar a priori que el presente artículo es consecuencial de las extracciones realizadas en mi último libro titulado ‘Conozcamos los 7 Reinos de la Naturaleza’, que son: vegetal, animal, eubacteria, arqueobacteria, protista, fungi y el mineral. Vayamos al grano. Desde mucho antes del nacimiento de Jesucristo hasta 1969, las bacterias como tales pertenecían al reino animal, haciendo parte integral de los animales inferiores. Después de ese año y con la perfección del microscopio electrónico, se convirtieron en el reino mónera y, actualmente, al reino eubacteria, completamente independiente de aquel. Lastimosamente algunos profesores de biología y algunos profesionales del agro y de otras disciplinas aún no están enterados, a nivel mundial, de dichos cambios científicos, por no haber sido suficientemente divulgados en los medios tradicionales. Pues bien. Hay bacterias de tres tipos, que son: las patógenas o productoras de enfermedades en los humanos, animales y plantas, cuya existencia es solamente del 5% del total. Las benéficas, en un 94%. Y las inofensivas, en un 1%. Entre ese 5% de las patógenas existen varias especies que son selectivas en producirles enfermedades solamente a los seres humanos; otras, a los animales, únicamente; mientras que las del tercer grupo atacan tanto a los humanos como a los animales, que son las que producen las enfermedades zoonóticas, es decir, que son trasmisibles de los humanos a los animales y viceversa. Y el resto, son las que solamente le generan enfermedades a las plantas. Entre las benéficas, que conforman la gran mayoría, están las que aumentan la inmunidad en el organismo humano y animal; las que aumentan la asimilación de ciertas vitaminas y minerales; las que intervienen en la industria de los productos lácteos, entre ellos el queso y el yogurt; las que estimulan la formación de anticuerpos en humanos y animales, cuyo hábitat preferido es el colon, en primer lugar, y luego las demás partes del aparato digestivo; las que fijan e inactivan las bacterias patógenas, formándose entre ellas una especie de una batalla campal; las productoras de antibióticos; las saprófitas, que son aquellas que se encargan de descomponer la materia orgánica de los suelos agrícolas y de los rellenos sanitarios; y las utilizadas en agronomía para la producción de semillas transgénicas. Y por último, entre las inofensivas, existe una especie exótica, muy abundante en el suelo, que produce el olor típico a tierra mojada cuando empieza a llover, cuyo nombre científico es Streptomyces coelicolor.