Con su final y triunfal llegada a Milán el domingo pasado concluyeron 21 días de expectativas y emociones que nos regalaron Egan Bernal y Daniel Martínez a los colombianos, en medio de una muy larga agitación social que estremece y afecta profundamente la estructura de nuestra sociedad y empobrece aún más a nuestro país.
La inmensa mayoría de los colombianos estamos orgullosos por el gran desempeño de Egan al ganar el Giro Italiano y por el brillante trabajo de apoyo que le dio Daniel, a ellos damos unas inmensas gracias por brindarnos tantas alegrías y mostrar lo mejor de Colombia ante el mundo.
Daniel Martínez no solo fue un gregario de lujo para que Egan ganara el giro, también tuvo una presentación extraordinaria, al terminar en el top-5. Fue una fiel y contundente demostración de la entrega, del trabajo en equipo y la dedicación de los deportistas colombianos. Nos dieron ejemplo de la pasión y el compañerismo que llevamos en nuestros genes la mayoría de los colombianos.
Fue una fehaciente confirmación de que el éxito es el resultado del talento, del esfuerzo individual y del trabajo en equipo, con la activa participación de todos los miembros de la organización en todo el proceso, desde sus respectivos roles-incluyendo por supuesto a los directivos, comenzando por la definición de objetivos, la estrategia y la planeación rigurosa, con el compromiso y el entusiasmo enfocados en el accionar incesante para lograr esos objetivos.
Sin dudas, este brillante logro de nuestros ciclistas es un claro ejemplo para la sociedad colombiana y para sus líderes sociales y políticos, de todas las tendencias e ideologías, de lo que podemos alcanzar y del potencial enorme que tenemos y que no hemos sabido direccionar y explotar favorablemente. En el contexto actual de crisis social que vivimos, este logro nos brinda las condiciones apropiadas para la búsqueda de la unión entre los colombianos y colectivamente encontrar soluciones efectivas a las diferencias que nos llevan a enfrentarnos y matarnos en las calles y a empobrecer nuestra sociedad y al país, aupados por las pasiones políticas y por un odio irreflexivo que nos lleva a tener comportamientos y acciones violentas.
Se ha reiterado por varios analistas y pensadores, y muchos eventos de la historia de la humanidad así lo demuestran, que de las grandes crisis surgen grandes soluciones y sólidos liderazgos. Es lo que necesitamos ahora, sin margen para dilaciones. Aunque la situación actual es profundamente compleja y multicausal, el gobierno nacional y los líderes políticos y sociales que están al frente de la crisis actual, más lo que falten y contribuyan a mejorar la representatividad de la sociedad civil, tienen la responsabilidad histórica de encontrar, aquí y ahora, a través del diálogo constructivo y respetuoso, los consensos necesarios que nos permitan enderezar satisfactoriamente el rumbo de nuestro país.
No será fácil ni tampoco inmediato ese proceso, pues habrá que acordar y lograr cambios estructurales y culturales que toman tiempo, pero no podemos seguir en la misma dinámica actual; hay que comenzar ya si queremos disfrutar de un país en el que haya oportunidades para todos los colombianos, para los de la actual y los de las próximas generaciones, a quienes tenemos la obligación de dejarles un mejor escenario de vida, a pesar de las amenazas del cambio climático, sobre el cual también hay que seguir construyendo consensos nacionales y globales.
Claro que se puede. La actitud positiva es clave para lograrlo. Los líderes actuales no tienen la discrecionalidad para ser inferiores al reto que enfrentan y para desconocer los mensajes ejemplarizantes y estimulantes que nos envían nuestros ciclistas con sus brillantes actuaciones.