La pluma dorada en esta ocasión se inspira, en tierra que la vio nacer, la conservadora tierra amable, la que por principios ético y costumbristas tiene como prioridad preservar la riqueza cultural y natural de la que está dotada Barrancas, La Guajira, la tierra de Leandro Díaz, de los genes de ‘Gabo’, aquella que se refleja en la piel pura y celosa de sus habitantes, de sus hijos natales.
Una tierra que siembra en su historia los capítulos más admirables, lo que ha hecho necesario a esta pluma, exaltar aquellos que no tienen voz, aquellos personajes que escriben su nombre desde el anonimato, desde la indiferencia, pero lo más admirable y que puedes leer en ellos, es aún así, siguen aportando a esa misma riqueza cultural, sumando con sus esfuerzos, con su vocación y el amor al arte.
En este caso se hace referencia al gran cantor barranquero, el cantautor Ángel Vega, ese que nació en 1960,cuando descendía las corrientes del manantialito desde las altas montañas del Perijá, las cuales al chocar a su paso con las ovaladas piedras resbalosas, generaba la musicalidad que se plasmó en la placenta daba a luz a este folclorista sureño, quien a sus 67 años ha compuesto más de 40 canciones y ha ganado más de 100 participaciones en los distintos festivales en los que ha participado en los distintos pueblos y corregimientos de La Guajira, Cesar, Magdalena y Córdoba.
Como buen barranquero y cantautor no le ha quedado pequeño asistir y participar en cada festival, evento cultural que hace parte de la riqueza de cada pueblo, en el que se concentran aquellas voces, talentos criollos, los que llevan el lenguaje de su usos y costumbres en su piel, en su pensamiento y distintas emociones, las cuales las vuelven canciones, permitiendo así alegrar los corazones de los habitantes de los pueblos. Es aquí cuando la vida te permite encontrar personajes de gran valor, claro que los hay en cada rincón de la Guajira, pero da tristeza cuando los encargados del recurso que envían al Departamento precisamente para su promoción, de los artistas, gestores y cultores, llegan a promocionarse los pobres, que poco entendimiento tienen del valor criollo, que guarda en sus senos los pueblos, a los que no van, a los que no buscan, y cuando personajes de calidad como el cantaor de Barrancas llega a ellos, no les significa nada, no les representan nada a su interés, y menos si saben que deben invertirle. Así no les aguanta, no les alcanza para el carro, apartamentos y hasta más, triste realidad de los aristas de los pueblos, pero lo más valioso es que no son aves de paso, que pesar de ver cómo el dinero que mandan para impulsar a los que hacen cultura, han aprendido conservar su valor desde la vocación y el amor al arte, haciendo convertir el robo que les hacen, en la mayor riqueza, cuando llegan y alegran a los pueblos, ganando los aplauso y reconocimientos del pueblo.
El cantor de Barrancas, de la tierra amable, se prepara para participar en el Festival Vallenato, en la capital del Cesar, donde seguirá dando lo mejor que sabe hacer: componerle a la alegría, a la tristeza, al amor, a la vida y la gente del pueblo.